martes, 25 de septiembre de 2012

Así ganó Stalin la lucha contra la Oposición Zinovievista-Trotskista

“Desde abajo hacia arriba, un comité tras otro”
Thiago R.
 
Hace más de 50 años que fue publicado el libro “The Conscience of the Revolution. Communist Opposition in Soviet Russia”, del historiador burgués norteamericano Robert Vincent Daniels. En ese momento, en 1960, ya existían las suficientes fuentes oficiales y no oficiales, académicas y no académicas, para dejar sentado ciertos hechos que hoy han sido falseados o distorsionados.
Muchos historiadores burgueses y trotskistas tienden a afirmar con convicción absoluta que Stalin ganó la mayoría en el Partido bolchevique en los distintos congresos haciendo uso del sistema de nombramiento de secretarios de comités. Trotsky y los trotskistas hacen mucha referencia a ello, para “explicar” por qué la oposición oportunista perdió la lucha interna en el Partido. Aducen que Stalin utilizaba su poder como Secretario General para nombrar a los secretarios de comités, poniendo a gente que después le devolvería el favor en los congresos o conferencias. Si bien es cierto que los secretarios eran nombrados por uno de los organismos del Partido, no es cierto, sin embargo, que Stalin tuviera el control sobre los secretarios de los comités como para disponer de su apoyo en el momento que lo quisiera. Otros historiadores burgueses que han estudiado el tema cuestionan y refutan la versión, ampliamente aceptada en la historiografía burguesa y trotskista –basada en las afirmaciones de Trotsky–, que sostiene ese argumento. (Véase al respecto, por ejemplo, el ensayo de James Harris, “Stalin as General Secretary: The appointments process and the nature of Stalin’s power”, en el libro Davies & Harris, ed., “Stalin. A New History”, Cambridge University Press, 2005).
El fragmento del libro de Daniels, que se copia a continuación, da cuenta de un pasaje importante de la lucha interna contra los zinovievistas en el Partido bolchevique, en 1925: el proceso inmediatamente posterior al XIV Congreso del Partido bolchevique.
Luego de vencer a la oposición zinovievista en el XIV Congreso, la mayoría stalinista procede a llevar los acuerdos del congreso a las bases del Partido. La lucha contra los zinovievistas se desarrolló principalmente en Leningrado, la cuna de la revolución de Octubre, donde se concentraba lo más avanzado del proletariado ruso y soviético. Zinoviev era, a la sazón, el jefe del Partido y el presidente del Soviet en Leningrado, designado poco después de la revolución de Octubre.
 
Trotsky, Kámenev y Zinoviev
El Colapso de la Oposición Zinovievista
Robert Vincent Daniels

La derrota de los zinovievistas en el Decimocuarto Congreso era inevitable. Al realizarse el conteo decisivo para aprobar los informes del Comité Central presentados por Stalin y Molotov, ciento cincuentinueve votaron a favor, mientras que sesenticinco votaron en contra. (89)

El más duro golpe contra la Oposición Zinovievista no se dio en el Congreso sino en el mismo Leningrado. Ni bien terminaron las sesiones del Congreso, los hombres del aparato central –encabezados nada menos que por Molotov, secretario del Partido–, se movilizaron para tomar el control. El Congreso envió un comunicado a la organización del Partido de Leningrado, invocándola a repudiar a su delegación al Congreso por haber violado el acuerdo de la conferencia provincial de Leningrado a favor de la unidad del Partido (que había sido expresado, por supuesto, como un asunto formal). El comité provincial de Leningrado era acusado de violar la democracia partidaria al suprimir los deseos de la organización del distrito de Vyborg en Leningrado, que había votado por los stalinistas (90). En vano replicó Zinoviev que esas manifestaciones de descontento en Leningrado eran en realidad el fruto de los esfuerzos de los representantes del Secretariado, que ya estaban teniendo cierto éxito. (91)
 
El equipo de Molotov –que incluía a Kirov, Voroshílov, Andreiev, Kalinin “y otros”– llegó a Leningrado el 5 de enero de 1926. (92) Las fuerzas de Zinoviev se prepararon para el golpe y convocaron a una conferencia de toda la ciudad, para que los representantes de la dirección central pudieran presentar su informe. Sin embargo, la estrategia de ésta última fue eludir a la jerarquía local del Partido y llevar su presión y su prestigio directamente a las organizaciones del Partido en las fábricas. La aprobación de este procedimiento se obtuvo del Buró del Noroeste del Comité Central, que revocó la decisión del comité provincial. Durante las dos semanas siguientes, los altos mandos del Partido visitaron las fábricas para “explicar” las decisiones del Decimocuarto Congreso y mover la opinión a favor de la dirección central. Sin duda, el proceso fue facilitado por la antipatía que los militantes de base de Leningrado tenían hacia lo que debe haber sido – según todos los testimonios– un oneroso y singular ejemplo de régimen burocrático [de Zinoviev] en el Partido. Por otra parte, los funcionarios zinovievistas recalcitrantes sufrieron la acción de la siempre efectiva arma organizativa de las transferencias a ciertas áreas, como Turkestán o el Lejano Oriente. Para fines de enero, el dominio de los zinovievistas fue vencido en cada nivel de la organización de Leningrado.

El clímax fue cuando los stalinistas lograron ganarse a la organización del Partido en la famosa fábrica de maquinarias Putílov. Los zinovievistas habían contado, ante todo, con la planta Putílov, y habían dedicado un trabajo organizativo especial para mantenerla bajo su línea. Pero el 21 de enero, en una reunión partidaria de la fábrica, se adhirieron a la línea central, acusaron a la organización provincial de “represión” y demandaron la convocatoria de conferencias para elegir nuevos comités partidarios en la provincia de Leningrado. Al concluir su campaña, los stalinistas afirmaban tener el 96 por ciento del total de los votos en las organizaciones fabriles de Leningrado. Procedieron desde abajo hacia arriba, ganando el control de un comité distrital tras otro, reemplazando a los funcionarios oposicionistas en el Partido, y (simultáneamente con la victoria en Putílov) tomando el control de la comisión de control provincial y del propio comité provincial del Partido. El último paso, en febrero de 1926, fue la convocatoria a una conferencia provincial especial del Partido. Esta conferencia se realizó sin dificultad. Bujarin presentó la línea oficial, registrándose el acostumbrado voto unánime, pero esta vez con el apoyo incondicional al liderazgo de Moscú y a la resolución del Decimocuarto Congreso, y el repudio a sus antiguos líderes de Leningrado. Todos los oposicionistas fueron separados del buró del comité provincial del Partido. Zinoviev fue removido del puesto que había ocupado casi desde el establecimiento del régimen soviético, el de presidente del Comité Ejecutivo del Soviet de Leningrado. (93)
 
Simultáneamente con la extirpación de la oposición de su única sede de poder organizativo, la dirección del Partido removió o degradó a los líderes de la oposición de casi todos los puestos de responsabilidad que mantenían en la administración gubernamental. Kámenev fue removido de la presidencia del Consejo de Trabajo y Defensa (el órgano directriz de la economía) y de su puesto como vicepresidente del Consejo de Comisarios del Pueblo, siendo nombrado, en cambio, comisario de comercio interior y exterior (que poco después perdería ante Mikoyán). También perdió la presidencia del Soviet de Moscú. Sokolnikov fue descendido de Comisario de Finanzas a vicepresidente de la Comisión Estatal de Planeamiento. (94)
 
En la estructura del Partido, Zinoviev mantuvo su lugar pero Kámenev fue degradado de miembro pleno del Buró Político a suplente, mientras que Sokolnikov fue removido de su puesto de miembro suplente. El número de los miembros plenos del Buró Político fue aumentado de siete a nueve –la primera ampliación desde 1922–, y Molotov, Kalinin y Voroshílov fueron promocionados para ocupar las tres vacantes en la máxima dirección. (95) Stalin estaba empezando a ubicar a sus creaturas en la más alta dirección del Partido.
 
En la lista de miembros del Comité Central aprobada por el Decimocuarto Congreso, no fueron incluidos tres antiguos miembros –Zalutsky, Jaritonov y Kuklin– además del fallecido Frunze: todos ellos zinovievistas. Dos miembros, incluyendo el vice comisario de guerra, Lashevich, fueron degradados a suplentes. De los treinticuatro miembros suplentes, once –casi un tercio– fueron separados; de ellos sólo tres o cuatro eran simpatizantes zinovievistas (es probable que la ineficiencia haya contado en el resto de los casos). Dieciséis miembros nuevos o promocionados se unieron al Comité Central (ahora una base firme para las maniobras de Stalin), y veintitrés, en su mayoría desconocidos, fueron premiados con el estatus de suplente. Algunos de esos hombres alcanzarían considerable fama más tarde: los generales Gamarnik y Eije fueron depurados en 1937; Postyshev fue hecho secretario del partido y, como Eije, miembro suplente del Buró Político antes de su muerte en 1938; Unshlicht, el subjefe de la GPU, también desapareció en 1938; Lomanidze fracasó en un abortado proyecto de oposición en 1930; Andrei Zhdánov se convirtió en una de las luminarias importantes del Partido antes de su inexplicable muerte en 1948. (96)
 
La defección de la Oposición Zinovievista empezó exclusivamente como una división en la dirección del Partido. No hay evidencia de que algún movimiento de base estuviera involucrado. Leningrado siguió a Zinoviev, simplemente porque el procónsul del noroeste era el jefe indiscutible en su territorio. Básicamente, la Oposición de Leningrado se originó en la alarma que Zinoviev y Kámenev sintieron cuando percibieron la amenaza de la creciente fuerza organizativa de Stalin. Los dos eclipsados triunviros empezaron, entonces, a plantear cuestiones para desafiar el liderazgo de Stalin-Bujarin. Antes, los motivos ideológicos habían jugado un papel principal en la actividad de la oposición; en el caso de la Oposición Zinovievista, la doctrina fue principalmente un instrumento de maniobra política.
 
Entre la Oposición Zinovievista y los anteriores movimientos oposicionistas no existía afinidad real. Así lo atestigua la actitud de los trotskistas durante el Decimocuarto Congreso. Trotsky no tomó parte en las controversias en el Congreso, pese a que estuvo presente como delegado sin voto. Parece que estuvo tentado a intervenir, pero del lado de... ¡Stalin! (97) Trotsky rechazó –considerándola un “recurso polémico”– la descripción que la mayoría hacía de la Oposición Zinovievista como continuadora del movimiento oposicionista de 1923. Sin embargo, decía, los zinovievistas se habían visto forzados –para ganar apoyo– a adoptar el énfasis de los “izquierdistas” en la industrialización, algo que poco antes habían denunciado junto al resto de la organización del Partido. (98)
 
Visto en términos de un patrón general del desarrollo del Partido Comunista, la Oposición Zinovievista representó una escisión en la escuela de pensamiento leninista, cautelosa y consciente de la importancia del poder. Uno de los factores de la escisión fue puramente personal: la rivalidad por el puesto del número uno entre Zinoviev y Stalin. Sin embargo, también hubo diferencias ideológicas importantes, particularmente sobre la cuestión del socialismo en un solo país, entre los zinovievistas –más internacionalistas– y los stalinistas –más orientados a Rusia. La interpretación  a la que se inclinó Trotsky fue esta: “La visión internacional [de Zinoviev y Kámenev] –más amplia que la de Stalin y adquirida bajo Lenin durante el exilio– no fortaleció su posición; por el contrario, la debilitó. La tendencia política era hacia el desarrollo nacional independiente y la vieja fórmula del patriotismo ruso... El intento de Zinoviev y Kámenev de sostener el punto de vista internacional, aunque fuera a un grado limitado, los convirtió en “trotskistas” de segundo orden ante los ojos de la burocracia”. (99)
 
Finalmente, parece haber habido un elemento de temperamento en la escisión: los zinovievistas, más doctrinarios y preocupados en la aplicación literal de la doctrina del Partido, titubeaban ante la libertad con la que el grupo de Stalin-Bujarin parecía tomar las políticas establecidas por Lenin y el significado de sus instrucciones al Partido. Entre los zinovievistas había algo del apego de los “izquierdistas” a las ideas y los ideales. En ese sentido, la alianza entre esos dos grupos en 1926 [la Oposición Unida] tenía una base natural. El principal significado histórico de la Oposición Zinovievista estriba en que sirvió de preludio a esa alianza y a la última campaña de la Oposición de Izquierda de 1926-1927. Los zinovievistas pusieron la mayor parte del apoyo de militantes de base con el que la Izquierda [la Oposición Unida] pudo haber contado. Y sobre todo, los zinovievistas fueron los que iniciaron el desarrollo de los temas específicos que proveyeron a la Oposición con la munición política durante 1926 y 1927.

Notas:

(89) Decimocuarto Congreso del Partido, p. 524 (Chetyrnadtsaty sezd VKP (b): Stenograficheski otchet, 1926)
(90) Declaración a todos los miembros de la organización de Leningrado del PCR (b), ibíd., pp. 710-711.
(91) Zinoviev, Leninizm, pp. 711-712
(92) History of the CPSU (1939), p. 278. Para detalles de la purga, véase “Ochetnaya kampaniya v Leningrade o rabotakh XIV partinogo sezda (Beseda s sekretarem TsK VKP (b) tov. Molotovym” (La Campaña de Informe en Leningrado sobre el trabajo del Decimocuarto Congreso del Partido – Conversación con el secretario del CC del PCTR (b), camarada Molotov), “La Nueva Oposición”, pp. 271-274. Véase también Popov, II, 273, y N.V. Ruban, “Borba partii protiv trotskistsko-zinovevskoi oppozitsii” (La lucha del Partido contra la Oposición Trotskista-Zinovievista), Voprosy istorii KPSS (Problemas de la Historia del PCUS), nº 5, 1958, pp. 125-128.
(93) Aleksandrov, “Who Rules Russia?”, p. 160; Pravda, 13 y 16 de febrero de 1926; IPC, nº 13, 18 de febrero de 1926.
(94) Pravda, 17 de enero de 1926; Aleksandrov, p. 161.
(95) Pravda, 3 de enero de 1926.
(96) Ibíd., 1 de enero de 1926.
(97) Véase Antonov-Ovsenko a Trotsky (protestando por la decisión de Trotsky de no actuar contra Zinoviev y Kámenev) citado por Rikov en Pravda, 26 de noviembre de 1927.
(98) Trotsky, Nota del de 22 de diciembre de 1925, T2975.
(99) Trotsky, My Life, p. 520.

Extraído del libro: Daniels, Robert Vincent, The Conscience of the Revolution. Communist Opposition in Soviet Russia. Simon and Schuster, 1969, pp. 269-272.
Traducción libre: Thiago R.




Desde las bases

Luego del triunfo de la revolución de Octubre, Zinoviev recibió el encargo del Partido de encabezar el comité partidario y el Soviet de Petrogrado, mientras la dirección del Partido y del Estado se trasladaba a Moscú, como consecuencia de la amenaza militar del imperialismo alemán. En 1925, el comité provincial de Leningrado era la sede de la oposición zinovievista en el Partido.
 
Concluido el XIV Congreso, la dirección central del Partido en Moscú envió a Molotov y otros a difundir los acuerdos del Congreso. Una vez en Leningrado, éstos se desplazaron directamente a las organizaciones del Partido en las fábricas, es decir, fueron directamente a las bases del comité provincial más importante del Partido bolchevique. Mediante un trabajo de persuasión que empezó en las organizaciones inferiores del Partido, la dirección central bajo el liderazgo de Stalin ganó la adhesión de las bases a su línea política. Luego avanzó hacia los comités distritales, que se fueron adhiriendo a la mayoría stalinista; para, finalmente, en la conferencia provincial de Leningrado derrotar y expulsar a los zinovievistas del comité provincial y de la comisión provincial de control de Leningrado.

Daniels, el autor del fragmento citado, dice que los “stalinistas”:

1.   “Procedieron desde abajo hacia arriba”;
2.  ganando “el 96 por ciento del total de los votos en las organizaciones fabriles de Leningrado”, de manera especial en la famosa fábrica Putílov;
3.  “logrando el control de un comité distrital tras otro”;
4.  “reemplazando a los funcionarios oposicionistas en el partido”, como es natural, para reflejar la real correlación de fuerzas en los comités locales;
5.  “tomando el control de la comisión de control provincial y del propio comité provincial del partido”;
6. “El último paso, en febrero de 1926, fue la convocación de una conferencia provincial especial del partido”, que removió de sus puestos de dirección a los oposicionistas derrotados.

La historia se repite contra la Oposición Unida Zinovievista-Trotskista en 1926
 
            El mismo tipo de esfuerzo por ganarse a las bases, células, comités de fabrica, comités distritales, comités provinciales, se observa en la lucha entre los leninistas y la oposición zinovievista-trotskista, unida en 1926, en el proceso previo al XV Congreso del Partido (26 de octubre-3 de noviembre de 1926). La lucha por ganar opinión pública y delegados se da a toda vela. Particular significado tiene nuevamente la lucha en la emblemática Putílov. El 7 de octubre de 1926, la alianza zinovievista-trotskista –contando con el liderazgo de Zinoviev–, recibe una dura paliza en la organización del partido de Putílov, donde 1,375 militantes respaldaron a la dirección central contra 25 a favor de la oposición. (Daniels, The Conscience of the Revolution, p. 280).

Si alguna tendencia política quería tener presencia política importante en Rusia, el lugar para conseguirlo era Leningrado. Como dijimos antes, Zinoviev fue un dirigente nombrado por el Comité Central para ocupar el máximo cargo en el Partido y el Estado en Leningrado. Sin embargo, su influencia en las bases era mínima, su control sobre la organización la realizaba a través de su círculo de allegados políticos y (¡él sí!) de los secretarios de los comités distritales. Trotsky y su fracción, por su parte, nunca tuvieron alguna influencia importante en las bases del partido. Incluso su presencia en los puestos de dirección era desproporcionadamente mayor en relación con su base partidaria. Con toda justicia, se puede decir que Zinoviev y Trotsky y sus seguidores eran verdaderos burócratas, desligados de las bases y de las masas, sin mayor base social en la clase obrera.

Estos ejemplos, durante dos campañas contra la oposición (Oposición Zinovievista y Oposición Unida Zinovievista-Trotskista), demuestran que la victoria se fraguó en las mismas bases del Partido, en cada fábrica, en cada célula, desde abajo hacia arriba. Una cosa totalmente diferente de lo que muchos historiadores burgueses y trotskistas cuentan como justificación y casi como una letanía: que la victoria de la tendencia leninista se edificó con base en una red de intermediarios –los secretarios de comités– que no permitían que la voluntad de los militantes de base se manifestara en los congresos y conferencias del partido.

Y, por si fuera poco, el autor confirma lo que la mayoría bolchevique siempre sostuvo: que las fracciones oposicionistas no tenían respaldo en las bases y no eran el resultado de un movimiento en las bases del Partido. El autor del fragmento citado dice algo que es aplicable también a la oposición trotskista: “La defección de la Oposición Zinovievista empezó exclusivamente como una división en la dirección del Partido. No hay evidencia de que algún movimiento de base estuviera involucrado.” Es importante destacar que en este caso la mención de la “dirección del Partido” se refiere principalmente al Buró Político, que es donde se registró el debate de los leninistas con la oposición zinovievista y trotskista.

La oposición unida zinovievista-trotskista fue liderada por Zinoviev y no por Trotsky. Stalin no consideraba a Trotsky su “rival”, su “archienemigo”
 
De la lectura del fragmento de Daniels, podemos destacar otros puntos que son importantes.

Los trotskistas siempre pintan la historia de la Oposición Unida de 1926 y 1927, o mejor dicho, la del Grupo Zinoviev-Trotsky como si Trotsky hubiera dirigido la campaña oposicionista. Nada más lejos de la realidad. El autor del libro dice –en 1960 (¡!)– lo contrario. Los documentos que salieron a la luz luego de abrirse los archivos del Partido y del Estado soviéticos, confirman esa conclusión de Daniels. El principal exponente de la oposición de 1926-1927 fue Zinoviev (y luego Kámenev), no Trotsky: así lo revelan las actas taquigráficas de las sesiones del Buró Político que algunos historiadores burgueses han leído y analizado. Lamentablemente, sólo se han publicado fragmentos muy pequeños enfocados en su mayoría en hechos episódicos.

En el acápite del libro de Daniels que hemos copiado antes, se dice:
  1. “El apoyo de militantes de base con el que la Izquierda pudo haber contado, lo pusieron en su mayor parte los zinovievistas”.
  2. “Y sobre todo, fueron los zinovievistas los que iniciaron el desarrollo de los temas específicos que proveyeron a la Oposición con la munición política durante 1926 y 1927”.
Esto se puede complementar con la evaluación que hacía el mismo Stalin de la lucha contra los zinovievistas. En una carta del 25 de junio de 1926 –que Daniels, el autor del libro que hemos citado, no pudo conocer entonces– Stalin decía:
  1. “Antes de la aparición del grupo de Zinoviev, aquellos con tendencias oposicionistas (Trotsky, la oposición obrera y otros) se comportaban más o menos lealmente y eran más o menos tolerables;
  2. Con la aparición del grupo de Zinoviev, aquellos con tendencias oposicionistas empezaron a hacerse arrogantes y a romper los límites de la lealtad;
  3. El grupo de Zinoviev se ha convertido en el mentor de cualquiera en la oposición que está por la escisión del Partido; en efecto, se ha convertido en el líder de las tendencias escisionistas en el Partido;
  4. Este rol ha recaído en el grupo de Zinoviev porque a) está mejor familiarizado con nuestros métodos que cualquier otro grupo; b) en general, es más fuerte que los otros grupos y tiene el control del Comité Ejecutivo de la Comintern ([Zinoviev es] presidente del Comité Ejecutivo de la Comintern), lo cual representa una seria fuerza; c) debido a esto se comporta de manera más arrogante que cualquier otro grupo, dando ejemplos de “firmeza” y “determinación” a aquellos con otras tendencias;
  5. De ahí que el grupo de Zinoviev sea ahora el más dañino, y contra el que debemos asestar precisamente el golpe en el pleno;
  6. ......
  7. O asestamos ahora ese golpe, asumiendo que Trotsky y los otros permanecerán leales una vez más; o corremos el riesgo de convertir el Comité Central y sus organismos en instituciones no viables, incapaces de trabajar, y muy pronto tendremos que lidiar con un tremendo revuelo en el Partido que dañará la causa y nuestra unidad”.
(Tomado de la carta nº 21 del libro “Stalin’s Letters to Molotov”, Yale University Press, 1995, p. 115)

De esto se puede colegir que Stalin no consideraba a Trotsky su principal adversario, su “archirrival”, durante “el gran debate”, como dice el mito trotskista. En realidad, la actitud de Trotsky en la lucha interna, fue pusilánime. En 1923, cuando inició la lucha contra el Partido con su carta al CC en octubre –al que siguió inmediatamente, por “coincidencia”, la plataforma de los 46–, se retiró en noviembre y desapareció en el Cáucaso (donde lo sorprendió la muerte de Lenin), dejando a Preobrazhensky al frente de la débil oposición. En 1924, luego de provocar al Partido con su revisión de la historia de la revolución y el bolchevismo, explícitamente renunció a debatir, después de la apabullante respuesta de bolcheviques de las más variadas tendencias. En 1925, cuando surge la oposición zinovievista, Trotsky permanece al margen de la contienda. En 1926-1927, en sociedad con Zinoviev y Kámenev, asume el papel de segundo (o tercer) violín, acompañando las actividades fraccionalistas de los zinovievistas.

En la resolución de julio de 1926 que separaba a Zinoviev del Buró Político se le señalaba como “el verdadero líder de la lucha fraccionalista de la oposición”...

¿Cómo se explica, entonces, que hoy se repita, una y otra vez, que Trotsky era el principal opositor, “rival”, “enemigo” de Stalin en el partido –razón por la cual fue expulsado? En primer lugar, porque en la segunda mitad de 1927, Zinoviev y Kámenev, pasan a la defensiva en la polémica con la mayoría bolchevique, cediendo el protagonismo a Trotsky. Segundo, Trotsky escribía frecuentemente, sus cartas, sus propuestas y sus artículos, y tenía un discurso coherente y diferenciado de los ex-leninistas Zinoviev y Kámenev. Hoy se leen esos escritos y dan la apariencia de que fue un verdadero león en la lucha por el poder en el Partido (la misma apariencia que dan sus escritos anteriores a Octubre, cuando Trotsky no pertenecía a ningún partido, y que dan la falsa idea de que tuvo alguna influencia en el movimiento revolucionario ruso). Tercero, a diferencia de Zinoviev, Trotsky mantuvo y mantiene seguidores, atraídos por el mito del “organizador de la revolución”; seguidores, principalmente, en la intelectualidad pequeñoburguesa, que tienen la posibilidad de difundir sus historias.

martes, 18 de septiembre de 2012

Mao Zedong, el VIII Congreso y las dos líneas en el Comité Central del PCCh


por Jiang Yucmoi
 
Zhu De, Zhou Enlai, Chen Yun, Liu Shaoqi, Mao Zedong y Deng Xiaoping
 en la Conferencia de los 7,000 cuadros de enero de 1962.
Los mismos del VIII Congreso de 1956.

El camarada Kan Sheng acota: “El informe político del VIII Congreso contiene la teoría de la desaparición de las clases”.
El Presidente Mao responde: “Yo leí el informe, y fue aprobado por el congreso; no podemos hacer responsables sólo a esos dos –Liu y Teng”.
(Mao, “Talk at the Report Meeting”, 24 de octubre de 1966, en Stuart Schram, “Mao Unrehearsed. Talks and Letters: 1956-1971”, Penguin Books, 1974).

El VIII Congreso del PCCh ha quedado marcado como el congreso evidentemente revisionista de ese partido [1]. Los propios maoístas no pueden desconocer ese hecho y lo que hacen es guardar silencio al respecto. El VIII Congreso fue el primer congreso que se celebró con el PCCh en el poder: se realizó cuatro años después de la liberación de China y once años después del VII Congreso de 1945, revelando la irregularidad de la vida partidaria que caracterizaba y caracterizaría al PCCh en el poder. [2]

Celebrado en septiembre de 1956, a unos meses del aciago XX Congreso del PCUS, el VIII Congreso del PCCh hizo suyas tesis revisionistas muy a tono con el nuevo curso impuesto por el PCUS de Jruschov en el movimiento comunista internacional.

Los maoístas de hoy tratan de justificar esta desviación del PCCh argumentando que Mao Zedong había perdido poder y se le había relegado a un lugar simbólico. Pero esto no es verdad. En dicho congreso, los informes principales fueron presentados por Liu Shaoqi y Deng Xiaoping (además de Zhou Enlai). Los dos habían hecho los méritos suficientes para ocupar las posiciones importantes que tenían en el PCCh y en el Estado: ambos eran hombres de Mao, que habían contribuido a que la fracción maoísta del partido se hiciera de la supremacía mediante la campaña de rectificación de 1942 y el VII Congreso de 1945 que incorporó al “pensamiento Mao Zedong” en los estatutos del partido como pensamiento guía, la “sinificación” del marxismo-leninismo. Particularmente, Liu Shaoqi fue reconocido, desde 1945 hasta 1966, como el número dos del PCCh, el sucesor de Mao, y su nombre es mencionado conjuntamente con el de Mao Zedong en las resoluciones y documentos de ese partido [3]. Por su parte, Deng Xiaoping fue nombrado secretario general del PCCh en el VIII Congreso y encabezó el debate directo con los jruschovistas, trabajando en estrecho contacto con Mao Zedong. Este último le protegería, en gratitud a los años pasados, las veces que cayó en desgracia, impidiendo que se le expulsara del partido, como correspondía al “seguidor del camino capitalista” Nº 2.

La tesis de la pérdida del poder de Mao tendría como fundamentos los siguientes hechos notables:

1) Mao no rindió el informe político principal del VIII Congreso, sólo pronunció el discurso de inauguración del Congreso;
2) el “pensamiento Mao Zedong” como pensamiento guía fue retirado de los estatutos del partido;
3) en los informes principales no hay referencias ditirámbicas a Mao Zedong, aunque se reconoce su liderazgo.

A esto se podría añadir un cuarto “hecho”, sólo verificable a posteriori: Mao repudió las tesis revisionistas del VIII Congreso del PCCh, corrigiéndolas en la Segunda Sesión del VIII Congreso en 1958.

Estos hechos parecen dar la razón a quienes sostienen el “aislamiento” de Mao, su relegamiento del centro del poder. Sin embargo, si bien se pueden verificar como ciertos esos tres hechos notables, no es menos cierto que las tesis de ese congreso no contradecían sino que representaban las opiniones de Mao Zedong durante el periodo de armonía con los revisionistas jruschovistas, que sólo sufre un cambio en 1958 y un giro pronunciado en 1960. [4]

Si revisamos la historia del PCCh, encontraremos que, en realidad, Mao Zedong no presentó ninguno de los informes principales en ningún congreso del PCCh después de la toma del poder a escala nacional, soplara el viento que soplara en la “lucha entre dos líneas” en el partido. Todo eso fue dejado a los “sucesores”. En el VIII Congreso de 1956, fueron Liu Shaoqi, Zhou Enlai y Deng Xiaoping; en el IX Congreso de 1969, fueron Lin Biao y Zhou Enlai, y en el X Congreso de 1973, fueron Zhou Enlai y Wang Hongwen.

El VII Congreso de 1945, celebrado en Yenán, fue el único congreso en el que Mao Zedong presentó el informe principal, “Sobre el gobierno de coalición”. En este congreso, Liu Shaoqi presentó el informe sobre la revisión de los estatutos del partido, Zhu De rindió el informe sobre la lucha en las zonas liberadas, y Zhou Enlai leyó el informe sobre el frente único.

Como se puede observar, en todos los congresos realizados después de la liberación de China, durante vida de Mao, los informantes eran portavoces de la línea de Mao Zedong.

Por otro lado, retirar el “pensamiento Mao Zedong” de los estatutos del partido, mencionar en pocas oportunidades el nombre y el papel de Mao en los informes principales al congreso y que los principales informantes fueran Liu, Deng y Zhou, no fueron hechos contrarios a la posición política de Mao Zedong, desde el momento en que los informes se hicieron contando con su aprobación sin reserva, dado que eran la expresión de la línea maoísta.

Debe considerarse que en 1956, la ofensiva contra el “culto a la personalidad” y el legado de Stalin estaba en todo su despliegue, luego de que en febrero de ese año Jruschov leyera su “informe secreto” en el XX Congreso del PCUS. Esto inició una ofensiva contra el papel y el legado de Stalin que se expandió por todos los países del campo socialista y los partidos comunistas del mundo. Los revisionistas jruschovistas hicieron uso de todos los medios para destituir a los “stalinistas” en los partidos y los gobiernos de los países socialistas y reemplazarlos por elementos de conocido pasado revisionista que contribuyeran a la “desestalinización” en sus países. Tanto los informes del VIII Congreso como las declaraciones de los principales dirigentes y la prensa, antes y después del congreso, dan cuenta de ese proceso y aplauden la campaña de crítica a Stalin. Ni Mao Zedong ni el PCCh se enfrentaron con esa tendencia, por el contrario la asumieron como propia, elogiando a los dirigentes jruschovistas por su valentía en corregir los “errores” de Stalin. (Véase los dos artículos sobre la experiencia histórica de la dictadura del proletariado, de abril y diciembre de 1956 y la entrevista con la delegación yugoslava de setiembre de 1956). En ese contexto de lucha contra el culto a la personalidad, todo indica que se asumió la conducta de bajar el volumen del culto a la personalidad del propio Mao Zedong, haciendo un paréntesis durante ese congreso, que contaba con la presencia de muchas delegaciones de partidos hermanos, incluyendo los “camaradas” yugoslavos.

Lo anterior ayuda a explicar por qué se retiró la mención del “pensamiento Mao Zedong” como pensamiento guía y por qué en los informes principales en ese congreso se menciona moderadamente el papel y el liderazgo de Mao Zedong. Cabe destacar que esto fue sólo una cuestión de forma, porque la línea política y los principios que constituyen el hilo conductor de los tres informes principales presentados son, sin duda alguna, los de Mao Zedong. Nada de eso perjudicó la posición prevalente de Mao y su línea política en el PCCh. Terminado el congreso, se reanudó la mención preferencial del papel de Mao y el culto a su persona, que se acentuaría a niveles inimaginables.

Pero fuera de lo anterior, ¿cómo se explica el “perfil bajo” de Mao en el VIII Congreso?

La respuesta habría que empezarla a desarrollar preguntando: ¿perfil bajo?, ¿relegamiento?, ¿aislamiento?, ¿pérdida de poder?

En mayo-junio de 1956, dirigió la lucha contra la camarilla de Ju Feng. (Véase Mao, “En refutación de la ‘uniformidad de la opinión pública’” del 24 de mayo de 1955, y “Prefacio y Glosas a ‘Materiales sobre la camarilla contrarrevolucionaria de Ju Feng’” de mayo-junio de 1955, en Obras Escogidas, tomo V, Pekín, 1977). En 1955-56 se dio un mayor impulso a la colectivización del campo, acelerando la campaña de formación de cooperativas de producción. Como es conocido, fue Mao, a fines de julio de 1955, el que llamó a acelerar el ritmo de la colectivización, generando un febril movimiento en el campo. (Véase Mao, “Sobre el problema de la cooperativización agrícola”, 31 de julio de 1955, Obras Escogidas, t. V, Pekín, 1977). Luego, en mayo de 1956, en su esfuerzo por ganarse a los intelectuales, Mao lanzó la consigna “Que se abran cien flores y compitan cien escuelas de pensamiento” (Véase Lu Ting-yi, “Let a Hundred Flowers Blossom, a Hundred Schools of Thought Contend!”, 26 de mayo de 1956, en Communist China, 1955-1959. Policy Documents with Analysis, Harvard, 1962). Poco después, en agosto de 1956, encabezó la conferencia preparatoria del VIII Congreso, donde se aprobó la agenda, se preseleccionó el nuevo CC y se elaboraron los discursos que se pronunciaron en el congreso. (Véase Mao, “Fortalecer la unidad del Partido, continuar sus tradiciones”, 31 de agosto de 1956, Obras Escogidas, t. V, Pekín, 1977). Esto demuestra que la preparación del congreso se realizó bajo la supervisión directa e inmediata de Mao. Asimismo, en septiembre de 1956, durante la celebración del VIII Congreso del PCCh, Mao Zedong se reunió con las delegaciones de los partidos extranjeros invitados: lo que se sabe de sus reuniones con las delegaciones yugoslava y albanesa es bastante elocuente acerca de la posición de Mao en esos años [5]. Una vez más, como líder del partido, en febrero de 1957, Mao pronunció el conocido discurso “Sobre el tratamiento correcto de las contradicciones en el seno del pueblo”, donde reafirmó tesis revisionistas sobre la lucha de clases bajo el socialismo. (Véanse la versión original, no corregida por el autor, reproducida en Macfarquhar, ed., “The Secret Speeches of Chairman Mao”, Harvard, 1989, y la versión oficial publicada en Obras Escogidas t. V, Pekín, 1977). Meses después, en noviembre de 1957, el propio Mao Zedong encabezó la delegación china a la reunión de Partidos Comunistas y Obreros en Moscú, donde pronunció discursos en los que respaldó a Jruschov en su ataque contra Stalin y en la lucha interna en el PCUS contra el “grupo antipartido” de Molotov. (Véase “Discursos de Mao en la Reunión de Partidos Comunistas y Obreros del mundo”, noviembre de 1957, en Moscú).

La actividad política de Mao Zedong puede ser detallada, cronológicamente, sin mayor dificultad. La gran cantidad de documentos de Mao, oficiales y no oficiales, permiten establecer, casi sin dificultad, sus tesis y opiniones, sus virajes, su doble discurso, en cada momento de la historia de la China Popular. Particularmente, nos permiten concluir que en todos los eventos históricos de 1955, 1956 y 1957, Mao Zedong siempre tuvo la batuta del partido, aún durante su aparente “relegamiento” o “aislamiento”, supuestamente por cuenta de los derechistas Liu, Deng y Zhou. Y, por añadidura, en 1958, confirmando la continuidad de su liderazgo, Mao convocó y dirigió el Gran Salto Adelante. Por su parte, la composición de los órganos centrales elegidos en ese VIII Congreso reflejaba una mayoría maoísta consistente; en particular, el Comité Permanente del Buró Político del CC, el máximo organismo ejecutivo del PCCh, es abrumadoramente maoísta: Mao Zedong, Liu Shaoqi, Zhou Enlai, Zhu De, Chen Yun y Deng Xiapiong. Visto desde hoy, los nuevos maoístas se resisten a considerar a Liu Shaoqi y a Deng Xiaoping como maoístas, pero la historia es testaruda y les lleva la contraria, como les lleva la contraria el propio Mao al considerar a Liu como su sucesor hasta 1966 y al reconocer a Deng como maoísta de las horas difíciles. El único miembro del Comité Permanente del que se podría discutir su maoísmo es Zhou Enlai, pero no del resto; y aún Zhou Enlai difícilmente se oponía a Mao, de quien era un segundo incondicional. De otro modo, no se explica su supervivencia política y su presencia activa en todas las campañas políticas que Mao impulsó: adviértase que su nombre y presencia es el único que se mantiene en los tres congresos realizados desde 1949 hasta su muerte y la de Mao.

Nuevamente, entonces ¿qué pasó en el VIII Congreso?

En su reunión con la delegación yugoslava que asistió a ese congreso, Mao Zedong explicó de esta manera su poca participación en aquel evento:

“…Me estoy poniendo viejo y ya no puedo desempeñar el papel principal, tengo que asumir un papel menor. Como pueden ver, yo simplemente tengo un papel secundario en este [VIII] Congreso Nacional del Partido, mientras que Liu Shaoqi, Zhou Enlai, Deng Xiaoping y otros asumen las funciones principales.”

Sin embargo, la explicación más plausible tiene que ver con el ejemplo de la experiencia soviética en el XIX Congreso del PC(b) de la URSS de 1952, cuando Stalin cedió a Malenkov la oportunidad de presentar el informe principal en ese Congreso. Stalin había expresado la necesidad de incorporar a dirigentes más jóvenes a los órganos centrales del Partido y del Estado con el fin de preparar a la siguiente generación de líderes del país. En 1953, Mao Zedong consideró que también debía preparar a los dirigentes que tomarían el relevo en la dirección del PCCh y del Estado, por lo que propuso la formación de dos líneas en la dirección del partido: la primera línea, con los dirigentes jóvenes que se harán cargo de las labores cotidianas del partido y del Estado; y la segunda línea, con los dirigentes veteranos, encabezados por Mao, que supervisarán el trabajo regularmente pero sin involucrarse en el quehacer diario [6]. En una conferencia de trabajo, en octubre de 1966, Mao Zedong explica mejor la idea de las dos líneas:

“… Preocupados por la seguridad del Estado y en vista de las lecciones de Stalin en la Unión Soviética, establecimos una primera y una segunda línea. Yo he estado en la segunda línea; otros camaradas, en la primera línea... Yo estoy en la segunda línea, no tengo a mi cargo el trabajo cotidiano. Se dejan muchas cosas a otras personas, de tal manera que se pueda construir el prestigio de esas personas, para que cuando me vaya a ver a Dios, no haya una gran convulsión en el Estado. Todos estuvieron de acuerdo con esta idea mía…
fui yo quien propuso que el Comité Permanente [del Buró Político] se divida en dos líneas y que se establezca el secretariado. Todos estuvieron de acuerdo con esto…”
(Mao, “Talk at the Central Work Conference”, 25 de octubre de 1966, en Stuart Schram, “Mao Unrehearsed. Talks and Letters: 1956-1971”, Penguin Books, 1974).

Por último, no se puede dejar de recordar la práctica que Mao Zedong estableció, también en 1953, con relación a la expedición de documentos en nombre de la dirección del PCCh:

“De hoy en adelante, cualquier documento o telegrama que se haya de expedir en nombre del Comité Central sólo podrá ser despachado después de que yo lo haya leído; de otra manera, no tendrá validez. Hagan el favor de tener esto en cuenta.”
(Mao, “Crítica a Liu Sao-chi y Yan Shang-kun por su infracción disciplinaria cometida al expedir arbitrariamente documentos en nombre del Comité Central”, 19 de mayo de 1953, Obras Escogidas, tomo V, Pekín, 1977).

Mao fue particularmente puntilloso sobre esto, cuando se trataba de informes, discursos y documentos de los Congresos del Partido, de la Asamblea Popular, del Comité Central, de los órganos centrales del partido y el Estado. Él mismo reconoce haber “leído” los informes que Liu y Deng presentarían al VIII Congreso. Y cuando Mao dice que “leyó” el informe, en realidad, quiere decir que lo leyó, corrigió y aprobó después de sucesivas revisiones, como era su costumbre y la práctica en el Comité Central del PCCh. Tal como se destacó líneas arriba, Mao dirigió la conferencia preparatoria del VIII Congreso donde se elaboraron los discursos que pronunciarían Liu, Zhou y Deng.

En resumen, no existe ningún misterio en el papel desempeñado por Mao Zedong en el VIII Congreso del PCCh: Mao participó de la elaboración y estuvo de acuerdo con las tesis revisionistas de ese congreso.

Notas:

[1] Las tesis revisionistas del VIII Congreso del PCCh se pueden encontrar en el discurso de Liu Shaoqi, por ejemplo:

“…ese instrumento del imperialismo –la burguesía compradora-burocrática– ha sido eliminado como clase en China continental.

Excepto en algunas localidades, los terratenientes feudales también han sido eliminados como clase. Los campesinos ricos también han sido eliminados como clase. Terratenientes y campesinos ricos que solían explotar a los campesinos están siendo reeducados; están empezando una nueva vida como personas que viven de su trabajo.

Los elementos de la burguesía nacional están en proceso de ser transformados de explotadores en personas trabajadoras.

…El establecimiento de la República Popular de China marca la virtual conclusión de la revolución democrático-burguesa en nuestro país y el inicio de la etapa de la revolución socialista proletaria: el inicio del periodo de transición del capitalismo al socialismo.

…la extremadamente difícil y ardua tarea histórica de convertir el sistema de propiedad privada de los medios de producción en el sistema de propiedad pública ya ha sido básicamente cumplido en nuestro país. La cuestión de quién vencerá en la lucha entre el socialismo y el capitalismo en nuestro país ya ha sido decidida.

…En el curso de la transformación socialista, la alianza de la clase obrera con la burguesía nacional ha tenido un papel positivo en educar y reformar a los elementos burgueses. En el futuro, continuaremos nuestro trabajo de unirlos, educarlos y reformarlos mediante esa alianza…

…Es nuestro punto de vista de que, en adelante, debemos adoptar una política de coexistencia y supervisión mutua a largo plazo entre el Partido Comunista y los partidos democráticos…”.

…y también en el informe de Deng Xiaoping:

“La diferencia entre trabajadores manuales e intelectuales es ahora sólo una cuestión de división del trabajo dentro de la misma clase… Todos los campesinos pobres y medios se han convertido en miembros de cooperativas de productores agrícolas, y, dentro de un tiempo no muy largo, la distinción entre ellos será sólo una cosa de interés histórico… La vasta mayoría de nuestros intelectuales está ahora del lado de la clase obrera y se está dando un rápido cambio en sus antecedentes familiares… Cada año, una gran cantidad de campesinos y estudiantes se hacen obreros; una gran cantidad de obreros, campesinos y sus hijos e hijas se unen a las filas de los trabajadores intelectuales; una gran cantidad de campesinos, estudiantes, trabajadores manuales e intelectuales se unen al ejército y se hacen soldados… Entonces, ¿por qué tenemos que clasificar a esas capas sociales en dos diferentes categorías?...”.

Estas posiciones tienen poco en común con las declaraciones de Stalin y Hoxha sobre la liquidación de la burguesía, los terratenientes y los kulaks como clases explotadoras en la URSS y Albania socialista.

[2] El IX Congreso del PCCh se realizó en 1970, 13 años después, como corolario de la “gran revolución cultural proletaria”, denominándose el “congreso de la victoria”. Aparte de la demora en la convocación de los congresos, el partido fue además destruido en 1966 y sólo empezó a reconstruirse gradualmente desde 1969.

Otro hecho notable: pese a que el IX Congreso fue preparado con antelación, su realización sólo fue anunciada el mismo día de la inauguración. Los delegados convocados y trasladados discretamente a Beijing, no tenían conocimiento que estaban por asistir al congreso del partido. Además, no se invitó a ningún partido hermano, y los trabajos del congreso discurrieron fuera de los ojos del público y la prensa.

[3] Liu Shaoqi es citado al lado de Mao Zedong, tan temprano como en 1945, en la “Resolución sobre ciertas cuestiones en la historia de nuestro Partido”, de abril de 1945, escrito atribuido a Mao, en el que se reescribe la historia del partido y la revolución china desde la óptica maoísta. Esta resolución del PCCh fue publicada como apéndice del volumen III de las Obras Escogidas de Mao, en su edición de 1965. Al año siguiente de esa edición, se inició la “revolución cultural”, dirigida principalmente contra Liu Shaoqi y Deng Xiaoping, que acabó con el primero de los “herederos” de Mao. El documento citado desapareció, para siempre, de las obras escogidas de Mao, desde la edición de 1967. Casi como un hallazgo, puede encontrarse en inglés en www.marx2mao.com/PDFs/MaoSW3App.pdf

También, en el conocido artículo “Sobre el problema de Stalin” de 1963, Liu Shaoqi y Mao son mencionados, juntos, como los dos principales líderes del PCCh.

[4] En abril de 1980, desde una posición revisionista, Deng Xiaoping advierte el cambio político que se estaba dando en Mao y evalúa su liderazgo de esta forma: “Hablando en líneas generales, el liderazgo del camarada Mao Zedong fue correcto antes de 1957, pero cometió cada vez más errores después de la campaña antiderechista de ese año.” (Deng Xiaoping, Selected Works, Volume II (1975-1982), Beijing).  http://english.cpc.people.com.cn/mediafile/200607/05/F2006070515261400629.swf

[5] Véase Mao, "Conversación con la delegación de la Liga Comunista de Yugoslavia" de septiembre de 1956 en Beijing, y Enver Hoxha, "Reflexiones sobre China" t. 1, apuntes del 15 de septiembre de 1964: "La actitud china: 'Que ellos den el primer paso, nosotros daremos el segundo'".

[6] En su conversación con algunos miembros importantes del Comité Central del PCCh, el 19 de marzo de 1980, Deng Xiaoping confirma que “Mao Zedong propuso, a fines de 1953, que el trabajo del Comité Central se divida en una ‘primera línea’ y una ‘segunda línea’…” (Deng Xiaoping, Selected Works, Volume II (1975-1982), Beijing).  http://english.cpc.people.com.cn/mediafile/200607/05/F2006070515261400629.swf

 

 

martes, 11 de septiembre de 2012

El último discurso de Stalin

El discurso de clausura del XIX Congreso del PC(b) de la URSS fue el último discurso público de Stalin. Aunque fue traducido a muchos idiomas, es muy difícil ahora encontrarlo en castellano. Por esa razón, hemos decidido traducirlo de la edición oficial en inglés de 1952.


 
 DISCURSO EN EL XIX CONGRESO DEL PC(b) DE LA URSS
José Stalin
14 de Octubre de 1952

(La aparición del camarada Stalin en la tribuna es saludada con un fuerte y prolongado aplauso y con aclamaciones. Todos se ponen de pie. Gritos de “¡Hurra al camarada Stalin!”, “¡Viva el camarada Stalin”, “¡Gloria a nuestro gran Stalin!”)

Camaradas:

Permítanme agradecer, en nombre de nuestro Congreso, a todos los partidos y grupos hermanos cuyos representantes han honrado nuestro Congreso con su presencia, y también a los que han enviado mensajes de salutación al Congreso; gracias por sus cordiales felicitaciones, por sus votos deseándonos éxito y por su confianza. (Fuertes y prolongados aplausos y aclamaciones).

Para nosotros, es especialmente valiosa esta confianza, porque es indicativa de la disposición de apoyar a nuestro Partido en su lucha por el futuro radiante de los pueblos, en su lucha contra la guerra y en su lucha por el mantenimiento de la paz. (Fuertes y prolongados aplausos).

Sería un error pensar que, por haberse convertido en una fuerza poderosa, nuestro Partido ya no necesita de apoyo. Esto no es cierto. Nuestro Partido y nuestro país siempre han necesitado y necesitarán la confianza, la simpatía y el apoyo de los pueblos hermanos del mundo.

La característica distintiva de este apoyo consiste en que al apoyar las aspiraciones pacíficas de nuestro Partido, cada partido hermano está apoyando, al mismo tiempo, a su propio pueblo en su lucha por el mantenimiento de la paz. Cuando en 1918-1919, durante la agresión armada de la burguesía inglesa a la Unión Soviética, el proletariado inglés organizó la lucha contra la guerra, bajo la consigna de “Fuera las manos de Rusia”, apoyó ante todo a la lucha de su propio pueblo por la paz, y apoyó también a la Unión Soviética. Cuando el camarada Thorez y el camarada Togliatti declaran que sus pueblos no harán la guerra contra los pueblos de la Unión Soviética (Fuertes aplausos), están apoyando ante todo a los obreros y campesinos de Francia e Italia, que luchan por la paz, y están apoyando también las aspiraciones pacíficas de la Unión Soviética. La peculiaridad de este apoyo mutuo se explica porque los intereses de nuestro Partido no contradicen, sino que, por el contrario, se funden, con los intereses de los pueblos amantes de la paz. (Fuertes aplausos). Los intereses de la Unión Soviética son absolutamente inseparables de la causa de la paz mundial.

Naturalmente, nuestro Partido no puede quedar en deuda con los partidos hermanos, y debe, a su vez, prestarles apoyo y también a sus pueblos en su lucha por la liberación y en su lucha por el mantenimiento de la paz. Como sabemos, eso es exactamente lo que está haciendo. (Fuertes aplausos). Después de que nuestro Partido tomara el poder en 1917 y después de que adoptara medidas efectivas para liquidar la opresión capitalista y terrateniente, los representantes de los partidos hermanos, admirados por la valentía y los éxitos de nuestro Partido, le concedieron el título de “Brigada de Choque” del movimiento obrero y revolucionario mundial. De esta forma, expresaban la esperanza de que los éxitos de la “Brigada de Choque” aliviaran la situación de los pueblos que sufren el yugo del capitalismo. Creo que nuestro Partido ha justificado esas esperanzas, particularmente durante la Segunda Guerra Mundial, cuando la Unión Soviética, aplastando la tiranía fascista alemana y japonesa, liberó a los pueblos de Europa y de Asia de la amenaza de la esclavitud fascista. (Fuertes aplausos).

Obviamente, fue muy difícil cumplir esta honrosa misión en tanto que la nuestra era la única “brigada de choque” y tuvo que desempeñar este papel de vanguardia casi sola. Pero esto ya quedó en el pasado. Ahora la situación es completamente distinta. Ahora, cuando desde China y Corea, hasta Checoslovaquia y Hungría, han surgido nuevas “brigadas de choque” bajo la forma de países de Democracia Popular, ahora a nuestro Partido le es más fácil luchar y el trabajo se está haciendo más alegre. (Fuertes y prolongados aplausos).

Merecen una atención especial los Partidos Comunistas, democráticos, y obreros y campesinos que todavía no han tomado el poder y continúan trabajando bajo el yugo de las leyes draconianas de la burguesía. Obviamente, el trabajo es más difícil para ellos; pero no tan difícil como lo fue para nosotros, los comunistas rusos, en el periodo del zarismo, cuando el más pequeño movimiento hacia delante era declarado delito grave. Sin embargo, los comunistas rusos se mantuvieron firmes, no retrocedieron ante las dificultades y alcanzaron la victoria. Lo mismo ocurrirá con estos Partidos.

¿Por qué no les será tan difícil trabajar a estos partidos en comparación con los comunistas rusos del periodo zarista?

En primer lugar, porque tienen ante sus ojos los ejemplos de lucha y de éxitos de la Unión Soviética y los países de Democracia Popular. Por consiguiente, están en posición de aprender de los errores y aciertos de estos países, y así facilitar su actuación.

En segundo lugar, porque la burguesía, la enemiga principal del movimiento liberador, es diferente, ha cambiado sustancialmente, es más reaccionaria, ha perdido sus vínculos con el pueblo y, de esta forma, se ha debilitado a sí misma. Naturalmente, esta circunstancia también debe facilitar la actuación de los partidos revolucionarios y democráticos. (Prolongados aplausos).

Antes, la burguesía podía permitirse el lujo de posar de liberal, defender las libertades democrático-burguesas, y así ganar popularidad entre el pueblo. Ahora ya no queda rastro de ese liberalismo. Ya no existen las llamadas “libertades individuales”, sólo se reconocen los derechos individuales de quienes tienen capital, mientras que los demás ciudadanos son considerados materia prima humana, que sólo sirven para ser explotados. Se ha pisoteado el principio de la igualdad de derechos de los hombres y de las naciones, sustituyéndolo por el principio de plenos derechos para la minoría explotadora y de ausencia de derechos para la mayoría explotada. La bandera de las libertades democrático-burguesas ha sido arrojada por la borda. Creo que les corresponde a ustedes, representantes de los Partidos Comunistas y democráticos, levantar esa bandera y llevarla adelante, si quieren unir en torno vuestro a la mayoría del pueblo. Nadie más puede hacerlo. (Fuertes aplausos).

Antes, la burguesía se consideraba líder de la nación, defendía los derechos y la independencia de la nación, y los ponía “por encima de todo”. Ahora ya no queda rastro del “principio nacional”. Ahora, la burguesía vende los derechos y la independencia de las naciones a cambio de dólares. La bandera de la independencia nacional y de la soberanía nacional ha sido arrojada por la borda. No cabe duda que les corresponde a ustedes, representantes de los Partidos Comunistas y democráticos, levantar esa bandera y llevarla adelante, si quieren ser patriotas de vuestro país, si quieren convertirse en la fuerza dirigente de la nación. Nadie más puede hacerlo. (Fuertes aplausos).

Tal es la situación en el momento actual.

Naturalmente, todas estas circunstancias deben facilitar la actuación de los Partidos Comunistas y democráticos que todavía no han tomado el poder.

Por consiguiente, existen todos los motivos para contar con el éxito y la victoria de los partidos hermanos en los países dominados por el capital. (Fuertes aplausos).

¡Vivan nuestros Partidos hermanos! (Prolongados aplausos).
¡Salud y larga vida a los dirigentes de los Partidos hermanos! (Prolongados aplausos)
¡Viva la paz entre los pueblos! (Prolongados aplausos).
¡Abajo los incendiarios de guerra!

(Todos se ponen de pie. Fuertes y prolongados aplausos y aclamaciones. Gritos de “¡Viva el camarada Stalin!”, “¡Hurra al camarada Stalin!”, “¡Viva el gran líder del pueblo trabajador del mundo, camarada Stalin!”, “¡Hurra a nuestro gran Stalin!”, “¡Viva la paz entre los pueblos!”. Aclamaciones).


Fuente: Stalin, Speech at the Nineteenth Party Congress, 14 de octubre de 1952, Foreign Languages Publishing House, Moscow, 1952. 
http://www.marx2mao.com/Stalin/SNPC52.html
 
Traducción: Blog “Crítica Marxista-Leninista”.

Descargar Discurso de Stalin en el XIX Congreso del PC(b) de la URSS (1952)