martes, 7 de mayo de 2013

La vanguardia olvidada de Febrero: El mito de la revolución espontánea de Rusia

Los historiadores burgueses y algunos historiadores "marxistas" han logrado imponer la idea de que la Revolución de Febrero de 1917 en Rusia fue resultado de la acción espontánea de las masas, que súbitamente, sin conocimiento de la vanguardia organizada del proletariado y sin la dirección de su Partido, se lanzaron a las calles y derrocaron al zar. Trotsky es uno de los historiadores "marxistas" de gran influencia entre la intelectualidad burguesa y pequeñobuguesa, que pese a "rebatir" la tesis de la espontaneidad de la revolución de Febrero, al señalar las características de esta revolución, lo que hace es reforzar el mito de la espontaneidad. A lo largo de todos sus escritos, Trotsky tiene como objetivo negar el papel del Partido bolchevique en la revolución de Febrero y también en la revolución de Octubre, poniendo el acento en la espontaneidad de la primera (aunque formalmente rechazando esa tesis) y en el papel de los líderes en la segunda (especialmente de su supuesto protagonismo). El artículo que presentamos a continuación rebate la tesis de la espontaneidad de la revolución de Febrero y refuta la descripción y análisis que Trotsky realiza de esa revolución en cuanto a la acción de las organizaciones revolucionarias y principalmente del Partido bolchevique. El autor, Jason Yanowitz, es colaborador de una conocia revista trotskista. Y aunque bastante elocuente en su crítica a Trotsky en este punto, su artículo es sólo una muestra breve y superficial de lo que realmente ocurrió en Febrero de 1917 y del papel del Partido bolchevique. Particularmente, sesgado, su interés es resaltar el papel del Comité Interdistrital en la revolución rusa, llegando a sobrestimar su influencia y su importancia. Los trotskistas tratan de presentar a esta organización que reunía a ex-bolcheviques y ex-mencheviques, como una organización homogénea, con características de partido, con una plataforma política, etc. Y en verdad no tuvo ninguna de esas características.
 
Es importante resaltar que otro trotskista, el conocido Tony Cliff criticó la "Historia de la revolución rusa" de Trotsky por considerar que, en ella, el Partido bolchevique está ausente y porque de esa forma minimiza el papel de Lenin en la victoria de Octubre.
 
Para entender Octubre es necesario entender los meses que la antecedieron y particularmente Febrero. Un estudio notable de la revolución de Febrero es el libro del historiador soviético E.N. Burdzhalov ("Russia's Second Revolution. The February 1917 Uprising in Petrograd") que refuta los infundios de la historiografía burguesa y pequeñoburguesa, especialmente la historia que cuenta Trotsky.
 
La presente es una versión editada del artículo. El texto completo, con sus notas bibliográficas y una parte de la respuesta del autor en un debate, se puede descargar al pie de la página.
 
 
La vanguardia olvidada de Febrero
El mito de la revolución espontánea de Rusia
Jason Yanowitz
2011

En el Día Internacional de la Mujer, 23 de febrero de 1917, después de casi tres años de guerra brutal, las obreras textiles de Petrogrado se declararon ilegalmente en huelga ante la escasez de alimentos. Pronto, otros obreros se unieron. Al final del día, 75,000 obreros estaban en huelga. Al día siguiente, ya eran 200,000 obreros. Y al tercer día, la huelga era general, con casi 400,000 participantes, entre ellos estudiantes, profesores y trabajadores de cuello blanco, en todo Petrogrado.
 
Después, el 27 de febrero, se rebelaron las guarniciones militares de Petrogrado, pasándose al lado de la revolución y abriendo los arsenales a los obreros. La policía se escondió. En los siguientes días, la revolución se extendió a las ciudades y guarniciones vecinas. Y terminó el 2 de marzo. El zar abdicó el trono. Su hermano abdicó al día siguiente. Trescientos años de autocracia habían terminado. Los obreros formaron Soviets o consejos obreros; la burguesía, el Gobierno Provisional. Los meses que siguieron, dos clases lucharon por el poder, hasta que la Revolución de Octubre derrocó al Gobierno Provisional y creó el primer Estado obrero.
 

¿Cómo una dinastía centenaria se acabó en poco más de una semana? 
 
En su “Historia de la Rusia soviética”, de catorce volúmenes, el historiador británico E.H. Carr escribió:
 
“La revolución de febrero de 1917... fue el estallido espontáneo de una multitud exasperada por las privaciones de la guerra... Los partidos revolucionarios no tomaron parte directa en la realización de la revolución. No se lo esperaban, y al principio estuvieron un poco desconcertados por ella. La creación de un Soviet de Diputados Obreros en Petrogrado, en el momento de la revolución, fue un acto espontáneo de grupos de obreros sin dirección central”.
 
Esta es la explicación convencional: enfrentando a un zar idiota, a un gabinete torpe y a una guerra devastadora, el pueblo ruso espontáneamente se levantó en ira...
 
 Tal vez el relato más famoso de Febrero proviene de la “Historia de la Revolución Rusa” de Trotsky. Aunque por lo general un tour de force de materialismo histórico, la historia de Febrero que cuenta Trotsky es un poco débil. Por un lado, él no cree que fuera espontáneo (“La leyenda de la espontaneidad no explica nada”, dice). Por otra parte, al explicar los mecanismos en desarrollo, propone muchos de los mismos argumentos de quienes sostienen la tesis de la espontaneidad: revolucionarios incompetentes, tomados por sorpresa, incapaces de jugar un papel útil. Una muestra tomada de sus capítulos sobre Febrero: “A nadie se le pasó por las mentes que el Día Internacional de la Mujer pudiera convertirse en el primer día de la revolución”, “venciendo la resistencia de las propias organizaciones revolucionarias; con la particularidad de que esta espontánea iniciativa corrió a cargo de la parte más oprimida y cohibida del proletariado: las obreras del ramo textil”, “los dirigentes estaban viendo el movimiento desde arriba; vacilaban, se rezagaban – en otras palabras, ellos no dirigían. Fueron arrastrados por el movimiento”, “Las masas casi no tenían ningún liderazgo desde arriba. Los periódicos fueron silenciados por la huelga”, los “líderes trataron de detenerlo”...
 
...Los bolcheviques participaron activamente en las batallas de clase, no sólo antes y después de Febrero, sino también durante el derrocamiento del zar. 
 
La explicación de Trotsky y las explicaciones más convencionales omiten la verdadera historia de lo que se necesitó para poner fin al régimen zarista en Febrero, desechando lecciones valiosas para todos los que están interesados ​​en el proceso de cambio revolucionario. Todas las versiones de la tesis de la espontaneidad colocan incorrectamente a los socialistas al margen de la revuelta contra el zar. 
 
Esto debería parecernos extraño. Los historiadores de todos los colores políticos coinciden en que los socialistas rusos construyeron su organización durante muchos años, que lucharon en las fábricas y agitaron por el cambio revolucionario, incluyendo el derrocamiento del zar. Sin embargo, según los relatos más comunes, a pesar de dedicar su vida a ello, a pesar de trabajar en las fábricas que dirigieron la revolución, estos activistas fueron sorprendidos totalmente desprevenidos. Y luego, ya durante la revolución misma, demostraron ser inútiles, estaban confundidos e, incluso, en palabras de Carr, “perplejos”. Pero, justo después de la caída del zar, regresaron de por ahí, organizando para asegurar el control de la sociedad por los obreros y ganaron el liderazgo de la clase. De esta forma, nos pintan un Febrero como un suceso de total discontinuidad.
 
Este artículo tiene una visión diferente. Después de discutir la situación política y económica que la izquierda enfrentó en camino a Febrero, voy a revisar los principales defectos del argumento de la espontaneidad. En verdad, los socialistas participaron en todas las etapas del proceso revolucionario en Rusia. 
 
Los revolucionarios y la Primera Guerra Mundial 
 
A pesar de que muchas de las personas que consideramos como los líderes de los distintos partidos socialistas estaban en el exilio en Febrero, regresando recién en los meses siguientes, todavía había una presencia socialista organizada en Petrogrado. Hubo cinco grupos principales que jugaron un papel catalítico en Febrero. Estos no aparecieron recién en 1917; se habían estado organizando durante muchos años. 
 
Los grupos, en orden descendente de tamaño, fueron los bolcheviques, los mencheviques, los interdistritales, los eseristas y varios grupos anarquistas. No todo obrero o soldado se consideraba alineado con uno de estos grupos, sin embargo, éstos proporcionaban dirección política permanente. 
 
Los bolcheviques organizados para la autoemancipación de la clase  obrera, creían que era la única clase con el interés y la capacidad para poner fin a la explotación. Esperaban que los obreros encabezaran la revolución para derrocar al zar y se unieran con los campesinos para luchar por los derechos de todos los trabajadores. En 1917, los bolcheviques tenían múltiples niveles de organización política operando en Petrogrado. Para los bolcheviques de toda Rusia, el Buró Ruso del Comité Central era el responsable de la dirección en el terreno. En Petrogrado, estaba el Comité de Petrogrado, que proporcionaba dirección en toda la ciudad. Luego, a nivel de distrito, estaban los comités distritales, sobre todo el Comité del Distrito de Vyborg [12]. En el momento de la revolución, los bolcheviques en Petrogrado contaban con unos 3,000 miembros en 110 células, principalmente asentadas en las fabricas.
 
Los mencheviques por lo general creían que los obreros tenían que luchar codo con codo con la burguesía para derrotar al zar. Mientras que su ala derecha estaba a favor de la guerra y estaba unida en estrecha colaboración con la burguesía en Febrero, su ala izquierda era internacionalista y actuó al lado de la clase obrera durante la revolución. El ala izquierda tenía 400-500 miembros, con veinticinco a treinta fracciones en centros de trabajo. 
 
El Comité Interdistrital [Mezhraiontsy] existía esencialmente sólo en Petrogrado. Era una fracción disidente de los socialdemócratas, mencheviques y bolcheviques, que era sólidamente internacionalista. Ellos buscaban la unidad del movimiento socialdemócrata. Trotsky se unió a este grupo cuando regresó a Rusia en abril de 1917. En Febrero, tenían unos pocos cientos de miembros, siete comités de distrito, dieciséis células de fábrica y dos secciones universitarias. 
 
Los socialistas revolucionarios (SR) se orientaban al campesinado. Veían a la clase trabajadora más grande de Rusia como el principal motor de la revolución, y, en varios momentos de su historia, se basaron en gran medida en el terrorismo para desafiar al gobierno. Al igual que los mencheviques, los eseristas estaban divididos en dos amplios campos sobre la cuestión de la guerra. Su ala derecha estaba sólidamente a favor de la guerra. El ala izquierda, mucho más pequeña y antibelicista, estaba orientada hacia el ejército y colaboraba ​​con otros socialistas. Cuando se desencadenó la revolución, muchos eseristas habían sido recién detenidos, pero el año anterior el partido SR tuvo entre 500 a 600 miembros en treinta células, principalmente concentradas en unas pocas fábricas. De cualquier forma, eseristas individuales se vincularon con grupos revolucionarios en Febrero (en particular, con el Comité Interdistrital). 
 
Por último, había anarquistas –individuos y pequeños grupos de anarquistas– que también coordinaban actividades. Su política iba desde el sindicalismo hasta el individualismo puro.  
 
En los años previos a Febrero, aunque tuvieron fuertes debates entre ellos, estos grupos también trabajaron juntos, colaborando a nivel de taller en torno a una fuerte oposición a la guerra y a la autocracia. Ellos sufrieron una fuerte represión desde el momento en que empezó la Primera Guerra en 1914 (y para empeorar las cosas, la lucha de clases colapsó cuando al principio los trabajadores abrazaron el patriotismo). El tiempo promedio de la carrera de un activista clandestino se redujo a tres meses.

 
En su condición de grupo con mayor influencia en la clase obrera, los bolcheviques fueron el principal objetivo de la represión estatal. Sin embargo, también estaban mejor posicionados para capear el temporal... En 1912, los bolcheviques tuvieron seis diputados elegidos a la Duma. Sus campañas legales (en particular, los planes de seguro para los obreros) les pusieron en contacto con casi toda la clase obrera de Petrogrado. Fue entonces cuando se declararon un partido aparte. Entre 1910 y 1914, su número en Petrogrado creció de 600 a 6,000. Después de que el zar envió a 1,500 bolcheviques de Petrogrado al frente, el Partido se redujo a alrededor de un centenar de miembros en la ciudad. Pero después de que la fiebre de guerra inicial se desvaneciera, los bolcheviques volvieron a crecer. A lo largo de 1915 y 1916, hubo oleadas de detenciones masivas. Debido a sus raíces en las fábricas, los bolcheviques fueron capaces de reconstruirse todo el tiempo. Todos los grupos sufrieron la represión. El gobierno tuvo mucho éxito en el ataque a los SR. Pero los cuadros de todos los grupos seguían organizando y desarrollando redes en las fábricas. 
 

Los metales y los productos químicos fueron los únicos productos cuya producción aumentó después de 1914, y todo el crecimiento se destinó a los objetivos de guerra inmediatos. La debilidad del sistema de transporte ferroviario de Rusia dio lugar a un círculo vicioso de escasez de acero y combustible – la economía no podía transportar el suficiente combustible para producir el acero que permitiera extender las líneas de tren para poder llegar al carbón que tenía. A finales de 1915, la pérdida de territorio que sufrió Rusia disminuyó aún más su capacidad industrial en un 20 por ciento. Además, las importaciones de Rusia disminuyeron 65 por ciento entre 1914 y 1915. La extracción mineral se redujo un 53 por ciento; la madera, el 38 por ciento; la seda y el papel, el 20 por ciento; los alimentos, el 22 por ciento; y el algodón, 18 por ciento. En octubre de 1916, la carne tenía un costo 2,3 veces superior al de preguerra; la harina de centeno, 2,4 veces; el trigo, 2,7 veces; el azúcar, 2,4 veces; y la mantequilla, 8,5 veces. La ropa era cuatro o cinco veces más cara. 
 
Mientras tanto, las necesidades de producción para la guerra aumentaron el tamaño y la concentración de la clase obrera en las ciudades y la industria pesada. La población de Petrogrado creció un 10 por ciento durante la guerra. Los obreros metalúrgicos subieron del 40 por ciento al 60 por ciento en su participación en la fuerza laboral, mientras que los obreros textiles se redujeron de 16 por ciento a 11 por ciento. En enero de 1917, sólo el 55 por ciento de los obreros había estado en las fábricas al inicio de la guerra. La escasez de viviendas creció, obligando a las familias de la clase obrera a vivir en un promedio de 20 personas en un apartamento, mientras que los alquileres se triplicaban. Había tanta demanda de mano de obra calificada que la Asociación de Fabricantes de Petrogrado desechó su lista negra de revolucionarios. 
 
En 1916, desesperado por más tropas, el zar abandonó su política de mantener a los radicales fuera del ejército y, como resultado, comenzó a enviar al frente a algunos de los mejores organizadores revolucionarios. Debido a que los primeros meses de la guerra habían diezmado experimentados oficiales, estos revolucionarios llegaron a un frente donde el 90 por ciento de los oficiales del cuerpo eran nuevos, listos para la agitación. En Febrero, muchos oficiales eran abiertamente hostiles al zar. Con este telón de fondo –una economía destrozada, una clase obrera en crecimiento y un ejército enfurecido– las organizaciones revolucionarias crecieron. 
 
Los bolcheviques publicaban folletos, comenzaron un diario, y continuaron su campaña contra el Estado. También utilizaron diversas formaciones legales, incluidas las organizaciones de seguros, las cooperativas de trabajadores y los clubes y círculos culturales y educativos. A finales de 1916, había 86 organizaciones para ayudar a los enfermos, la mayoría de ellas organizadas por los bolcheviques, que contaban con 176,000 miembros (equivalentes al 45 por ciento de la clase obrera) en Petrogrado. Una parte de revolucionarios de Moscú y Petrogrado llevaba una vida en la superficie, “legal”.
 
Muchos obreros jóvenes se unieron a los bolcheviques y eran bastante activos. Considerando las grietas en la sociedad rusa, tenían una perspectiva general de crecimiento en medio del caos de la guerra y eran bastante activos. Por ejemplo, I.K. Naumov, obrero de la Nueva Fábrica de Construcción de Maquinaria Parviainen, tenía sólo veintidós años en 1917, sin embargo, ya había estado en la cárcel y era miembro del Comité bolchevique de Petersburgo y del Comité Distrital de Vyborg. Después de Febrero, fue delegado a las tres Conferencias del Partido de la ciudad en 1917, delegado de fábrica ante el Soviet de Petrogrado, y miembro del Soviet Central de los Comités de Fábrica... A medida que Rusia comenzó a sufrir derrotas en la guerra, la lucha de clases se agudizó en 1915 y los socialistas estuvieron allí. En un informe de 1915, la Ojrana (policía secreta) atribuyó una gran huelga a “(1) la presencia de una organización socialdemócrata y su intensa actividad, y (2) a los aumentos excesivos del coste de las necesidades.”  
 
Con la guerra agobiando, los socialistas aumentaron su actividad. La izquierda en Rusia tenía una tradición de llamar a un día de huelga general en las fechas importantes para el movimiento socialista – celebraciones (como el Primero de Mayo), recuerdos de masacres (como el Domingo Sangriento, la masacre del 9 de enero que provocó la revolución de 1905), o en protesta por la persecución del gobierno (por ejemplo, cuando los bolcheviques miembros de la Duma fueron juzgados por traición a principios de 1915). 
 
A menudo, estas huelgas se desarrollaban en Petrogrado a través de “llamados” –una planta iba a la huelga, marchaba a otras fábricas y demandaba que los otros obreros también se unieran en huelga. La alta densidad de los obreros y las fábricas en Petrogrado hicieron que esta táctica fuera efectiva. De ahí que los socialistas centraran su trabajo en organizar las fábricas más grandes, ya que actuaban como motores para la lucha de clases en toda la ciudad. La policía secreta estaba cada vez más preocupada acerca de toda esta actividad, advirtiendo que se expandía el tamaño de “la clandestinidad revolucionaria... por medio de una afluencia de nuevos miembros y el regreso del exilio y del servicio militar de los miembros del partido con más edad”. También tomaron nota de que los bolcheviques “decidieron acercarse al Comité Interdistrital... y no se descarta la posibilidad... de un bloque con los populistas [SR].” 
 
A pesar de este registro, los historiadores han tejido un relato de espontaneidad que por lo general se basa en una combinación de tres mitos principales acerca de la Revolución de Febrero: 
 
·         Ignorancia: Ningún socialista pensaba que la revolución era una posibilidad a corto plazo (y por lo tanto no estaban en condiciones de desempeñar un papel en su aceleración).
·         Incompetencia: Los socialistas pasaron los días de Febrero tratando de ponerse a tono, nunca fueron capaces de intervenir eficazmente en los acontecimientos.
·         Aislamiento: Fue debido a su pobre actuación en Febrero que la situación post-zarista fue tan desfavorable: los revolucionarios socialistas tenían poca representación en los Soviets iniciales y la burguesía fue capaz de formar el Gobierno Provisional.
 
 
Mito 1: La ignorancia 
 
 “Nosotros, los de la generación más vieja, no viviremos para ver las batallas decisivas de la revolución que se avecina.”
Lenin, enero de 1917
 
Los historiadores suelen citar estas líneas del discurso de Lenin a los jóvenes obreros en Suiza. Examinar la psicología detrás de esta afirmación está más allá de este artículo, aunque otros lo han hecho. Sin embargo, se estaba refiriendo a una revolución en toda Europa y no era en absoluto pesimista acerca de las posibilidades. Los párrafos justo antes de esa famosa declaración dicen: 
 
“No nos debe engañar el silencio sepulcral que ahora reina en Europa. Europa lleva en sus entrañas la revolución. Las monstruosidades de la guerra imperialista y los tormentos de la carestía hacen germinar en todas partes el espíritu revolucionario, y las clases dominantes, la burguesía, y sus servidores, los gobiernos, se adentran cada día más en un callejón sin salida del que no podrán escapar en modo alguno sino a costa de las más grandes
conmociones. 
 
“Lo mismo que en la Rusia de 1905 comenzó bajo la dirección del proletariado la insurrección popular contra el gobierno zarista y por la conquista de la república democrática, los años próximos traerán a Europa, precisamente como consecuencia de esta guerra de pillaje, insurrecciones populares dirigidas por el proletariado contra el poder del capital financiero, contra los grandes bancos, contra los capitalistas. Y estas conmociones no podrán terminar más que con la expropiación de la burguesía, con el triunfo del socialismo.” 
 
Aunque era reacio a proporcionar un calendario, Lenin vio que la guerra aceleraría el proceso de la revolución. Por buenas razones, las perspectivas bolcheviques en Rusia eran cualquier cosa menos deprimentes. 
 
En los años previos a la guerra, la clase obrera vio renovada su combatividad y confianza después de años de reacción. En 1912, el 36 por ciento de los obreros de las fábricas rusas tomó parte en huelgas. En 1913, lo hizo el 45 por ciento. En el primer semestre de 1914, el 68 por ciento de los trabajadores participó en huelgas. Justo antes del inicio de la guerra, hubo una importante huelga en Petrogrado que un historiador describió de esta manera:
“Muchos miles de obreros se enfrentaron entonces con la policía –a veces peleando con palos o tirándoles piedras desde barricadas improvisadas. Las mujeres y los niños se unieron en la construcción de estas barricadas –con postes de teléfono y de telégrafo, carros volcados, cajas y armarios. Tan pronto se dispersaba una manifestación o se destruía una barricada, los obreros, después de evacuar a los heridos, se reagrupaban, y empezaban nuevamente los enfrentamientos. Distritos enteros se quedaron sin luz, debido a que fueron destruidas las lámparas de gas y queroseno.”  
 
El gobierno sólo pudo restablecer el orden el 15 de julio, solo cuatro días antes de que empezara la guerra. Los participantes en las huelgas se redujeron de 1’300,000 en la primera mitad del año a sólo 9,500 durante el resto de 1914, debido a una mayor represión combinada con una ola inicial de patriotismo.
 
Pero a medida que los efectos de la guerra se expandían por toda la sociedad, las huelgas volvieron a aumentar. En 1915, el 28 por ciento de los obreros fabriles tomó parte en las huelgas; en 1916, el 50 por ciento; y sólo en los dos primeros meses del año 1917, el 35 por ciento (más de cuatro veces el ritmo de 1916)...
 
A veces, los revolucionarios se adelantaban a los acontecimientos. En agosto de 1915, el Comité bolchevique de Petrogrado llamó a una huelga general, a la creación de milicias populares, a ataques armados contra la sede de la policía, a la confiscación de alimentos esenciales, a la organización de un Soviet de diputados obreros, y a incorporar a soldados y oficiales a la huelga general. Aunque esas reivindicaciones estaban muy por delante de la conciencia política de las masas, fueron casi un modelo para lo que estaba por venir dieciocho meses después.
En los meses anteriores a Febrero, la situación se hacía cada vez más volátil. En agosto de 1916, en Ivanovo, la policía disparó contra una manifestación de obreros textiles, matando a treinta personas e hiriendo a cincuenta y tres. Cuando la noticia llegó a Petrogrado, los obreros se declararon en huelga. En el curso de dos días, 22,500 obreros de las veintitrés fábricas salieron a las calles...

Toda esta actividad ayudó a dar forma a las perspectivas socialistas sobre lo que era posible hacer. 
 
Otro ejemplo: los bolcheviques organizaron una huelga para defender a los marineros bolcheviques del Báltico que estaban siendo procesados. La huelga comenzó el 26 de octubre de 1916, y duró tres días, con 80,000 participantes el último día. En un principio, el zar respondió cerrando las fábricas. Luego dio marcha atrás y eliminó la amenaza de la pena de muerte. Esta victoria, en tiempo de guerra, demostró a los bolcheviques la influencia que ahora tenían. Con eventos como éste en mente, los bolcheviques restablecieron el Buró Ruso del Comité Central, cuando tres camaradas que habían estado en el exilio regresaron clandestinamente al país. Pronto, todos los grupos socialistas comenzaron a hablar en su propaganda sobre la inminente revolución. 
 
Reconociendo la necesidad de estructuras más formales para mejorar la colaboración, a mediados de noviembre de 1916, los bolcheviques, los eseristas de izquierda, los mencheviques de izquierda y los interdistritales formaron un buró de información para –según la Ojrana– “dirigir próximas manifestaciones”. 
 
La primera manifestación que planearon fue para el 9 de enero de 1917, para conmemorar el “Domingo Sangriento” de 1905. El cuarenta por ciento de los obreros de Petrogrado, 140,000 huelguistas, participó en la huelga de un día. El evento fue dos veces más grande que el del año anterior, con algunos regimientos del ejército incluso animando a los manifestantes. Sin embargo, hubo debilidades ese día. La mayoría de los huelguistas no estaba comprometida políticamente y optó por quedarse en casa en lugar de participar en las manifestaciones. La policía dispersó fácilmente las pocas manifestaciones que se realizaron.
 
A principios de 1917, la economía de guerra estaba haciendo miserables a los obreros de Petrogrado. La inflación era galopante, los salarios no podían seguir el ritmo, la vivienda era difícil de encontrar, y la jornada laboral era más larga. Poco después, la ciudad comenzó a quedarse sin alimentos y empezaron a reducirse las raciones. Mientras el pueblo sufría de hambre, el pan blanco recién horneado siempre estaba disponible en costosos restaurantes.  El 20 de enero, un informe del Gobierno tomó nota de toda la actividad socialista: “[Más] y más, el estado de ánimo de las masas obreras crece bajo la influencia de una agitación revolucionaria ininterrumpida y sistemática...”. 
 
Del 1 de enero al 22 de febrero (un día antes del inicio de la Revolución), hubo 260 huelgas que comprendieron a 320,517 obreros (un promedio de 5,6 huelgas por día). Con los obreros insistiendo en aumentos de salarios de 50 a 100 por ciento, la distinción entre huelgas económicas y políticas se borró rápidamente, dado que ninguna fábrica estaba en condiciones de satisfacer esas exigencias sin la ayuda del gobierno. Toda esta actividad llevó, a principios de febrero, a que el gobierno revisara su plan para hacer frente al descontento civil en Petrogrado, elaborando un nuevo enfoque de tres etapas escalonadas. Mientras que el buró de información continuaba reuniéndose y planificando actividades conjuntas, los socialistas de izquierda también formaban un bloque más grande con las fuerzas a su derecha. 
 
La dirección bolchevique en el exilio recibió informes de Rusia que le permitieron, a pesar de que no estar allí, saber que la revolución era una posibilidad a corto plazo. En Suiza, Krupskaya, bolchevique de larga data y casada con Lenin, escribió a un amigo el 6 de febrero, diecisiete días antes de la revolución: 
 
“Tienes que ir a Rusia de inmediato o de lo contrario te perderás ‘el principio’. Con toda seriedad, las cartas de Rusia están llenas de buenas noticias. Ayer mismo llegó una carta de un viejo amigo, una persona con mucha experiencia, que escribió: “El período difícil está pasando, una cambio para mejor se puede ver en el estado de ánimo de los obreros y los jóvenes con instrucción. La organización es pobre debido a que todos los adultos están en el frente o llamados al servicio militar. La afluencia de mujeres y adolescentes a la fuerza laboral está disminuyendo la capacidad de organización, pero no el estado de ánimo. A pesar de ello las organizaciones están creciendo”.” 
 
Una semana antes de la revolución, la Ojrana Moscú informó:

“El estado de extrema agitación de las masas obreras y en los círculos sociales, la agudización de la escasez de pan en Moscú, y las actividades de los círculos revolucionarios podrían crear, bajo una nueva arremetida de huelgas y manifestaciones, una amenaza mucho más grave para el orden oficial y la seguridad pública.”  

La respuesta de la policía fue a intensificar los arrestos, organizando más redadas que nunca contra los socialistas. En estas acciones estaba implícita su creencia de que los socialistas estaban instigando la mayor parte de la actividad de las masas, y que no sólo se enfrentaban a un montón de diferentes acciones espontáneas. Los que no eran detenidos seguían reuniéndose, planificando, organizando y agitando. Mientras tanto, los informes de la Ojrana eran cada vez más alarmantes, ante el aumento del hambre. “Los partidos revolucionarios clandestinos están preparando una revolución”, señalaba un informe, “pero si se lleva a cabo una revolución, será espontánea, muy probablemente un motín contra el hambre”...
 
Mito 2: La incompetencia
“[Fue una] revolución espontánea en la que ninguno de los partidos y fracciones socialistas jugó un papel importante.”
-Murray Bookchin 
 
Este es el meollo del argumento: aunque los socialistas estaban allí y sabían que la revolución era inminente, eran demasiado pocos, demasiado dispersos y demasiado limitados para desempeñar un papel eficaz en los acontecimientos. En cambio, algunos obreros enardecidos y mujeres aisladas, espontáneamente, se declararon en huelga y provocaron un levantamiento. Una mirada detallada a los primeros días de la revolución pinta un cuadro diferente. 
 
23 de febrero 
 
¿Por qué las mujeres obreras esperaron hasta 23 de febrero para tomar las calles? No fue una casualidad, sino parte de un plan mayor. Era el Día Internacional de la Mujer, una celebración socialista propuesta por primera vez por Clara Zetkin en 1910. En el calendario, era la siguiente en importancia después del “Domingo Sangriento” del 9 de enero. 
 
En respuesta a la agudización de la lucha de clases, el Comité Interdistrital empezó la agitación en diciembre, para preparar el 23 de febrero [72]. Decidieron plantear consignas en torno al tema del pan y el fin de la guerra. Sin embargo, este no era el enfoque unánime de los revolucionarios. En particular, los bolcheviques estaban divididos sobre la cuestión. A principios de febrero, emitieron una proclama declarando: “Que cada día en la historia del movimiento obrero se convierta en día de manifestación. [Que] el juicio de los diputados obreros [en la Duma], la masacre de Lena, el Primero de Mayo, los fusilamientos de julio, los días de octubre, el 9 de enero, y similares, sirvan como convocatorias para acciones de masas”.
 
En lugar de huelgas de masas para el 23 de febrero, el Buró Ruso presionó para que las grandes huelgas de masas se realizaran el Primero de Mayo (unas ocho semanas más tarde), con el argumento de usar el 23 de febrero para acciones preparatorias y pequeñas manifestaciones. Esto, dicho sea de paso, es un argumento que se utiliza para demostrar que los bolcheviques no estaban en contacto con los acontecimientos. “Incluso llamaron a la población a no ir a la huelga”, dice el estribillo. De hecho, todos los socialistas vieron una creciente posibilidad de revolución y trataron de organizar las actividades de masas. Se diferenciaban por el momento que elegían en el corto plazo. Cada acción antes de la insurrección puede servir para aumentar la confianza y la combatividad de la clase, y también como indicador sobre la naturaleza de la conciencia de las masas en el momento. Cuando los acontecimientos demostraron al Comité Central que se había equivocado en sus suposiciones acerca del grado de confianza de las masas, rectificaron, como veremos más adelante...
 
En retrospectiva, es fácil etiquetar a este día como “el inicio de la revolución”. Sin embargo, sólo una minoría de obreros estuvo en huelga, alrededor del 25 por ciento. La huelga del 9 de enero fue más grande [82]. Si el punto de vista tradicional –de revolucionarios inadvertidos– fuera correcta, los socialistas deberían haber visto ese día como una simple huelga de momento – indisciplinada, no planificada, inexplicable. 
 
Sin embargo, cuando los socialistas se reunieron esa noche para evaluar el día y planificar las siguientes acciones, sentían que se enfrentaban a una situación nueva. A diferencia del 9 de enero, la mayoría de los huelguistas tomaron parte en las manifestaciones, en lugar de irse simplemente a casa. Insistieron de forma militante en ir a la avenida Nevsky, el más grande y opulento bulevar de Petrogrado, gritando las consignas planteadas por los socialistas que directamente vinculaban la guerra, el hambre, y el fin de la autocracia. La Ojrana también enfrentada con los cambios, escribía ese día: 
 
“[L] a falta de pan está conduciendo a las masas trabajadoras a las calles, y la idea de que un levantamiento es el único medio para escapar de la crisis alimentaria se está volviendo más y más popular entre las masas. Ahora todos, en la calle, en las colas para el pan y otros productos esenciales, dicen que una sublevación es inminente e inevitable; los soldados, los marineros y los círculos intelectuales están hablando de eso.” 
 
La disciplina en el Ejército mostró fisuras cuando los cosacos pasivamente se negaron a atacar a las multitudes. La clase dominante estaba paralizada, con la Duma y el zar incapaces de equilibrar las presiones de la guerra y la escasez de alimentos. Uno de los asistentes a una reunión bolchevique de todo el distrito de Vyborg, N.F. Sveshnikov, escribió que esa reunión: 
 
“se prolongó hasta la noche y tomó una serie de importantes decisiones, tales como el fortalecimiento de la agitación y el establecimiento de vínculos entre los soldados, la adquisición de armas, la continuación de la huelga y la organización de una manifestación en Nevsky para el 25 de febrero. Se recomendó que todos los camaradas fueran a las fábricas en la mañana, que no realizaran ningún trabajo y que después de una breve reunión dirigieran a la mayor cantidad posible de obreros en una manifestación contra la guerra hacia la catedral de Kazán... Nuestra agitación fue facilitada maravillosamente por el curso objetivo de las cosas. En la mente de todos estaba derrocar a la autocracia, un acto perfectamente comprensible.”  
 
La decisión de que los obreros convergieran en la avenida Nevsky era importante por dos razones: una, porque uniría a los obreros de los alrededores de la ciudad para que sintieran su fuerza colectiva, y dos, porque era el territorio de los ricos. Un historiador explica: “[Nevsky] era el símbolo de la riqueza y el poder de los privilegiados. La gente que no podía tener una vestimenta apropiada por lo general no se aventuraba a ir allí”. A diferencia del 9 de enero, los socialistas vieron una brecha para una actividad creciente. Planearon aumentar la agitación el 24 de febrero con la esperanza de una demostración masiva para el 25. Esto, a pesar de que la del 23 de febrero fue una manifestación menor a la de la conmemoración del “Domingo Sangriento”.

24 de febrero 
 
El día empezó con reuniones políticas en las fábricas. Consecuentemente los diferentes grupos socialistas se unieron para dirigirlas. Un agente de la Ojrana describió a un obrero hablando a la multitud en la fábrica Stetinin: 
 
“Camaradas, como todos ustedes saben, ayer, 23 de febrero, el distrito de Vyborg entero no trabajó. Por eso, camaradas, hoy debemos parar de trabajar, apoyemos la unidad con otros camaradas y vamos a conseguir pan nosotros mismos... Camaradas, recuerden también esto: ¡Abajo el gobierno! ¡Abajo la guerra! Camaradas, ármense con todo lo posible –pernos, tornillos, piedras–, y salgamos de la fábrica y comencemos tomar las primeras tiendas que encontremos.”
 
La agitación socialista contribuyó a que la huelga se expandiera, manteniendo en huelga a las fábricas que lo estuvieron el día anterior y sumando nuevas fábricas al movimiento. La huelga duplicó su tamaño, y se convirtió en la mayor huelga en Petrogrado desde el comienzo de la guerra. El ambiente era cada vez más militante...
 
Esa noche, los bolcheviques del distrito se reunieron para planear el siguiente día de huelga. Además, el Buró Ruso bolchevique, que se reunió varias veces durante el día, votó a favor de ampliar las consignas para atraer al ejército y establecer contacto con los camaradas en Moscú para coordinar actividades.
 
25 de febrero
 
Una vez más, la actividad en las fábricas empezó con las reuniones políticas para preparar los eventos del día, incluyendo la agitación para la marcha masiva a la avenida Nevsky...
 
...A medida que el día avanzaba, la huelga se extendía fuera de las fábricas, hacia “el sector más desorganizado de la clase trabajadora – los obreros de pequeñas fábricas, empleados de almacén, camareros y camareras, cocineros y taxistas... Esa noche, los revolucionarios se reunieron. La Ojrana tenía un agente en el Comité bolchevique del distrito de Vyborg, que presentó este informe, destacando la evaluación que el comité hacía de la jornada:
 
“Dado que las unidades militares no bloquearon a la multitud y en algunos casos incluso tomaron medidas para paralizar a la policía, las masas crecieron, confiadas de que no serían castigadas. Ahora, después de dos días de desfilar por las calles sin obstáculos, con elementos revolucionarios que voceaban las consignas “¡Abajo la guerra!” y “¡Abajo el gobierno!”, la gente se anima a pensar que ha comenzado la revolución, que el éxito está del lado de las masas, que las autoridades son impotentes para reprimir el movimiento porque los militares se negaron a apoyarlo. Ellos creen que la victoria final está cerca porque las unidades militares, mañana, si no hoy, se pondrán abiertamente del lado de las fuerzas revolucionarias y el incipiente movimiento no cederá y crecerá ininterrumpidamente hasta la victoria final y hasta que el gobierno sea derrocado.”
 
En el primer día, los bolcheviques se reunieron, evaluaron que se estaba dando una nueva situación, y votaron a favor de intensificar la agitación. En el segundo, comenzaron a establecer contacto con otras ciudades, vieron que las huelgas se habían duplicado y que la confianza de los obreros había crecido. En el tercer día, constataron que las acciones que habían planeado treinta y seis horas antes se estaban realizando y consideraron que se estaban moviendo hacia la revolución. A partir de los archivos policiales de ese día: 
 
“Luego de dos días de los disturbios que tuvieron lugar en Petrogrado, la organización de Petrogrado del POSDR [Partido Obrero Social-Demócrata de Rusia] decidió utilizar el movimiento que ha estallado para avanzar en los objetivos del partido, asumir el liderazgo de las masas que participan en él, y darle una dirección claramente revolucionaria. Con este objetivo, la mencionada organización ha propuesto: (1) la publicación de una proclama, para hoy, 25 de febrero (se adjunta el proyecto), (2) reunir al comité mañana 26 de febrero por la mañana, para resolver la cuestión de cuál es la mejor y más conveniente manera de controlar a las masas de obreros en huelga, ya despiertas pero que aún está insuficientemente organizadas. Además, se propuso empezar a levantar barricadas el lunes, 27 de febrero, desconectar todos los equipos eléctricos y cerrar el suministro de agua y teléfono si el gobierno toma medidas para reprimir los disturbios.” 
 
Los socialistas en general acordaron agitar a favor de continuar la huelga y establecieron que en la mañana del 27 de febrero se elijan los representantes de fábrica a un Soviet. Otro informe policial señalaba que las tropas enviadas para aplastar a los obreros, en cambio, confraternizaron con ellos, incluso alentando a los huelguistas. Y continuaba: “Si se pierde tiempo y el liderazgo pasa a las manos de la cúpula de la clandestinidad revolucionaria, los eventos tomarán una mayor envergadura.”  
 
El Comité Petersburgo distribuyó un llamamiento dirigido a toda la militancia que decía, en parte: 
 
“Las huelgas, los mítines de masas y las manifestaciones fortalecerán, no debilitarán esta organización. Aprovechen cada oportunidad, cada día adecuado. En la medida de lo posible estén con las masas, transmítanles nuestras consignas revolucionarias. Dejen que los lacayos del capital llamen a nuestras actividades y huelgas, provocaciones y un montón de palabras hueras; nuestra salvación está en lucha universal inmediata, no la aplacemos para el futuro... Una simple acción debe transformarse en una revolución nacional que pueda fomentar la revolución en otros países. Tenemos una lucha frente a nosotros, pero la victoria nos espera. ¡Todo el mundo debe estar bajo las banderas rojas de la revolución! ¡Abajo la monarquía zarista! ¡Viva la república democrática! ¡Viva la jornada de ocho horas! ¡Todas las fincas de los terratenientes para el pueblo! ¡Abajo la guerra! ¡Viva la fraternidad de los trabajadores del mundo entero!”.  
 
También distribuyeron una proclama para los soldados, instándolos a unirse a los obreros: 
 
“¡Hermanos soldados! Por tercer día, nosotros, los obreros de Petrogrado, exigimos abiertamente la destrucción de la autocracia, que ha causado que el pueblo derrame su sangre, que ha hecho de nuestro país un país hambriento, y que ha condenado a nuestras esposas, hijos, madres y hermanos a la ruina. Recuerda, camarada soldado, que sólo la unión fraternal de la clase obrera y el ejército revolucionario emancipará al pueblo esclavizado y pondrá fin a la guerra fratricida y sin sentido. ¡Abajo la monarquía zarista! ¡Viva la unión fraternal del ejército revolucionario y el pueblo.”  
 
En respuesta, la policía intensificó su represión. Durante la noche, arrestaron a todo el Comité bolchevique de Petrogrado junto con 100 otros revolucionarios. Entre los documentos que la policía incautó del Comité de Petrogrado, estaba una resolución que, según describe un historiador, “recomendaba la creación de comités de fábrica, cuyos miembros iban a formar un buró de información, que a su vez serviría como el núcleo del Soviet de Diputados Obreros de Petrogrado, que de acuerdo con los bolcheviques [Comité de Petrogrado], todo esto se iba a hacer ‘siguiendo el ejemplo de 1905’ ”. El Comité distrital de Vyborg pasó a llenar el vacío dejado por los arrestos. Debatió sobre si era el momento de armar a los trabajadores o si eso provocaría prematuramente al ejército. Votaron para instar a los camaradas a reclutar más obreros fabriles al Partido y continuar con su agitación contra el zar.

26 de febrero
 
 El domingo, el sol se levantó sobre una ciudad tranquila. Pero durante la noche, el ejército instaló ametralladoras en las principales intersecciones de la ciudad... Debido a que las fábricas estaban cerradas por el Sabbath, los obreros no pudieron utilizarlas como puntos de organización. En su lugar, se reunieron en las calles principales de sus distritos y se dirigieron a Nevsky. Hubo cuatro tiroteos importantes, todos perpetrados por las tropas de élite del zar, los “destacamentos de entrenamiento”. Esto se produjo después de que el zar enviara un telegrama a la capital y ordenara que se use toda la fuerza necesaria para detener las manifestaciones....
En este punto, los socialistas proporcionaron la columna vertebral crucial para el movimiento. ¿Qué pasará mañana cuando las fábricas traten de abrir nuevamente? ¿Los obreros regresarán dócilmente a sus puestos de trabajo o presionarán su ventaja? Los revolucionarios discutieron la estrategia y los siguientes pasos. 
 
Según el informe de un agente de la policía, una reunión de veintiocho bolcheviques e interdistritales aprobó una resolución para aumentar la agitación entre los soldados, continuar las huelgas y las manifestaciones, y “llevarlas hasta el final”. Para crear un arsenal, decidieron formar pequeñas patrullas para sorprender policías y quitarles sus armas. 
 
Otro agente de policía dijo en su informe de una reunión de cincuenta, advertía la decisión de los revolucionarios de mantener la iniciativa:

“Hay que tener en cuenta que mañana, los obreros irán a las fábricas, pero sólo para reunirse, para decidir qué hacer, y de nuevo saldrán a las calles de una manera organizada y planificada, con la esperanza de alcanzar el éxito completo. En la actualidad, las fábricas están sirviendo como centros de reunión. Por lo tanto, el cierre temporal de las fábricas, incluso durante dos o tres días, privaría a las masas de los centros de información donde experimentados oradores electrifican a las multitudes, regulan las acciones en las fábricas individuales, y coordinan y organizan las manifestaciones.” [énfasis añadido] 
 
“Ellos están planeando formar un Soviet de diputados obreros”, continuaba el agente. “Las elecciones a ese organismo, evidentemente tendrán lugar mañana por la mañana, en las fábricas; y por la noche, ya estará operativo. Esta es otra razón por la que todas las fábricas deben cerrarse para evitar las reuniones de mañana por la mañana.” 
 
Alrededor de las 2 a.m., unos cuarenta miembros del Comité distrital de Vyborg (que ahora funcionaba como el órgano de dirección de toda la ciudad) votaron a favor de agitar por la continuación de la huelga, y, al amanecer, publicaron una proclama que decía:
 
“Los obreros ya no sufrirán la violencia, el descontento y la ruina... Que los soldados, nuestros hermanos e hijos, marchan en nuestras filas con sus rifles en sus manos. Entonces, ¡habrá llegado la hora final de la dinastía de los Romanov! ¡Abajo la monarquía zarista! ¡Viva la República Popular! ¡Todas las fincas de los terratenientes para el pueblo! ¡Jornada de trabajo de ocho horas para los trabajadores! ¡Viva el Partido Social-Demócrata de Rusia! ¡Viva el gobierno revolucionario provisional! ¡Abajo la matanza.”  
 
El Comité Interdistrital pasó la noche imprimiendo una proclama, la primera en aparecer a la mañana siguiente. Decía, en parte: 
 
“Nosotros, bolcheviques, mencheviques socialdemócratas y socialistas revolucionarios convocamos al proletariado de Petersburgo y de toda Rusia a la organización y movilización febril de nuestras fuerzas. ¡Camaradas! Organicen comités de huelga ilegales en las fábricas. Enlacen un distrito a otro. Organicen colectas para la prensa ilegal y para armas. Prepárense, camaradas. ¡La hora de la batalla decisiva se acerca!”.  

27 de febrero 
Este fue el día de la sublevación de los soldados. Hasta el momento, los socialistas habían desempeñado un papel clave en la agitación y unificación de los obreros. La principal lección que los socialistas extrajeron de la derrota de 1905 era la necesidad de ganarse al ejército para unirlo con los obreros. Dada esta perspectiva, ¿qué hicieron para agitar entre los soldados?
 
La evidencia es contradictoria. Por un lado, hay escritos, de dos oficiales que dirigieron el primer regimiento del ejército en amotinarse aquel día, diciendo que ningún partido revolucionario jugó algún papel, que todo fue resultado de su espontánea iniciativa. Ellos publicaron esto después de 1917.  
 
Por otro lado, si nos fijamos en los acontecimientos del día, el panorama es diferente.
 
Uno debe ignorar una gran cantidad de planificación previa para poder caracterizar el levantamiento como espontáneo. Por ejemplo, hubo por lo menos dos reuniones socialistas estratégicas antes de que designaran el 27 de febrero como la fecha para el motín. Además, un agente de policía, en activo en la Segunda Flota de Marinos del Báltico que estaba estacionada en Petrogrado, presentó un informe el 25 de febrero, 36 horas antes de la sublevación, que indicaba que el grupo planeaba amotinarse a las 6 a.m. del 27 de febrero, confiscar armas, detener oficiales, y tomar “medidas adicionales”. Esto de hecho ocurrió, fue el primer motín del día. Y dos de sus tres líderes eran socialistas organizados (eseristas). 
 
Luego está el progreso del propio motín. Los primeros cuatro regimientos que se rebelaron tenían sus cuarteles, unos cerca de las otros. Mientras marchaban a la ciudad para difundir la noticia de su sublevación, tenían dos opciones: o ir hacia la derecha, hacia el distrito de Vyborg, la fortaleza de los revolucionarios socialistas, o ir hacia la izquierda, hacia Nevsky, el destino de las manifestaciones de los días anteriores. Ellos tomaron la derecha, hacia Vyborg. Al mismo tiempo que ellos marchaban hacia el distrito de Vyborg, los obreros de Vyborg marchaban hacia ellos. Se reunieron cerca del puente, en el distrito...
 
Un par de días más tarde, cuando los soldados eligieron representantes a los Soviets, a pesar de que los campesinos formaban la mayoría del ejército, seis de los diez elegidos eran miembros de partidos revolucionarios socialistas, y otros tres eran ex obreros (no campesinos).

Mito 3: Aislamiento

“La revolución de Febrero... fue obra de las masas que no estaban dirigidos por un partido revolucionario. Eran lo suficientemente potentes como para derrocar el zarismo y crear los soviets, pero no lo suficientemente maduros como para impedir la llegada al poder del gobierno provisional encabezado por el príncipe Lvov.” -Tony Cliff  
El último argumento que generalmente se sostiene para defender la tesis de la espontaneidad es: si los revolucionarios socialistas realmente tuvieron el liderazgo en la revolución, debieron haber tenido el liderazgo del Soviet y evitado que se forme el gobierno provisional burgués. En cambio, los bolcheviques sólo obtuvieron un 10 por ciento de los puestos iniciales en el soviet y la burguesía fue capaz de transformar la Duma en Gobierno Provisional...
 

 
... Hubo por lo menos tres llamamientos distintos para formar un Soviet. 
 
El primero surgió de un grupo principalmente de mencheviques moderados y algunos eseristas (en particular, Kerensky) a las 2 p.m. del 27 de febrero (en este punto, cerca del 15 por ciento de los soldados se había amotinado). Estos eran mencheviques de derecha; los mencheviques de izquierda estaban luchando en las calles. Aquéllos hicieron un llamado a elecciones para un Soviet que se reuniría en el Palacio Tauride, la sede de la Duma. Querían que el Soviet actuara como grupo de presión sobre la burguesía. 
 
Al mismo tiempo, que los mencheviques publicaban su apelación, el Comité Interdistrital llamaba a la insurrección general y a la formación de Soviets de obreros y soldados. Su volante declaraba: “La suerte está echada. No se puede retroceder. No hay a dónde ir. En caso de derrota, una despiadada represalia de la autocracia zarista espera a los rebeldes”...
 
Por su parte, el Buró Ruso bolchevique no llamó a la formación de un Soviet. En el tercer día de la huelga (25 de febrero), publicaron una proclama que llamaba a la formación de Gobierno Revolucionario Provisional, pero no mencionaba los Soviets (y podría ser interpretada como que contraponía a los dos), aunque señalaban que los obreros, los campesinos y los soldados deben dirigir el nuevo Estado. Sin embargo, ese mismo día, fue publicado otro llamamiento, esta vez del Comité bolchevique del distrito de Vyborg (y posiblemente otros socialistas). Conocido como el documento de la Estación Finlandia, decía: 
 
“¡Camaradas, la hora tan esperada ha llegado! El pueblo está tomando el poder en sus propias manos, la revolución ha comenzado; no perdamos tiempo, formemos un Gobierno Revolucionario Provisional hoy. Sólo la organización puede fortalecer nuestras fuerzas. En primer lugar, elijan diputados, hagan que establezcan contactos con otros y formen, bajo la protección de las fuerzas armadas, un Soviet de Diputados. Ganen a nuestro lado todos los soldados que aún están rezagados, vayan a los propios cuarteles y convóquenlos. Que la Estación Finlandia sea el centro, donde se reúna el cuartel general revolucionario. Tomen todas las edificaciones que pueden servir como baluartes de nuestra lucha. ¡Camaradas obreros y soldados! Elijan diputados, fórjenlos en una organización para la victoria sobre la autocracia!”  
 
Aquí tenemos tres llamados compitiendo, uno de la derecha y dos de la izquierda. Los de la izquierda, llamando a los obreros y soldados a reunirse en el distrito de Vyborg, el corazón del poder de la clase obrera, fracasaron. Nadie se presentó.
 
Pero los bolcheviques no sólo se ubicaron en la Estación Finlandia, hablando entre ellos, haciéndose pasar por un soviet. Ellos reconocieron que el Soviet menchevique reflejaba la voluntad de la clase. Y cambiaron su posición...
 
...Hay dos razones principales.
Uno. Los mencheviques, que eran socialistas, hicieron un llamado que se veía legítimo y que fue ampliamente publicitado. Su llamamiento fue publicado en el único periódico que apareció ese día y fue distribuido en toda la ciudad. Aunque los obreros políticamente más activos vieron la diferencia entre los dos soviets, la mayoría de los obreros que eligió representantes no estaba familiarizada con todos los temas.  
 
Dos. Ahí era donde estaban los soldados – los defensores armados de la revolución. En el caos del momento, los soldados fueron atraídos por la Duma como sede del legítimo gobierno no-zarista. Ellos querían la aprobación legislativa para su motín, que era un delito capital. Por su parte, los obreros temían que regresara el zar. En una fábrica, los obreros eligieron a un hilandero que había sido activo en 1905. Él  rogó que lo dejaran fuera, explicando que ahora tenía una esposa y no quería ir nuevamente al exilio. En Thornton Mills, los obreros decidieron elegir un comité de fábrica por listas, explicando que “todos son, por cierto, solteros”. En esa atmosfera, hubo un impulso natural a ir a donde estaban los soldados. 
 
Independientemente del lugar donde se reuniera el Soviet, los obreros no estaban listos para un gobierno obrero. El 1 de marzo, el Comité bolchevique de Viborg aprobó una resolución que exigía que todo el poder se concentrara en manos de los diputados obreros y soldados, es decir, que el Soviet se declarase Gobierno Revolucionario Provisional. Al día siguiente, se publicó un volante con la resolución, y se envió agitadores para impulsar su implementación. No lo lograron. En cambio, el Soviet votó abrumadoramente por el poder dual, por reconocer gobierno provisional de la burguesía, y por trabajar con él...
 
Así comenzó el poder dual. Un mes más tarde, cuando regresó a Rusia, Lenin pronunció uno de sus discursos más importantes, “Las tareas del proletariado en la presente revolución” (también conocida como las “Tesis de Abril”). Lenin pidió muchos cambios en la estructura y el enfoque del Partido, debido a las “sin precedentes grandes masas del proletariado que acaban de despertar a la vida política”. Sostuvo que “la peculiaridad del momento actual en Rusia consiste en el paso de la primera etapa de la revolución, que ha dado el poder a la burguesía por carecer el proletariado del grado necesario de conciencia y de organización, a su segunda etapa, que debe poner el poder en manos del proletariado y de las capas pobres del campesinado” 
 
En menos de ocho meses, la mayoría de la clase obrera llegó a estar de acuerdo con todas las posiciones importantes de las Tesis de Abril, incluyendo el rechazo al gobierno provisional, el fin de la guerra, la redistribución de la tierra y el control de la producción por los Soviets. Pero en marzo, ninguna de estas reivindicaciones formaba parte de las perspectivas inmediatas. Todavía era la primera etapa descrita por Lenin, donde la euforia inicial, la esperanza y el sentido de unidad de la clase aún tenía que dar paso a una comprensión aguda de los intereses de clase opuestos que estaban en juego. En marzo, sólo el 20 por ciento de las huelgas desafió el control de la gestión de la producción. En septiembre, lo hizo el 97 por ciento.
 

Conclusión 
La caracterización de la revolución de Febrero como “espontánea” oscurece mucho y revela poco. Hay muchos escenarios entre la espontaneidad completa y el modelo de Octubre. En la mayoría de los casos, todas las acciones antes de la victoria revolucionaria son preparatorias (por definición). Ningún partido socialista serio señalaría una manifestación antes de tiempo como el inicio del impulso final hacia el poder. Hacer eso sería sectarismo ultraizquierdista. 
 
Pero cuando los historiadores analizaron Febrero, el patrón fue diferente. Sin embargo, los revolucionarios pueden hacer muchas contribuciones para acelerar y agudizar la lucha de la clase obrera por su autoemancipación. La revolución de Febrero fue el producto de un esfuerzo concertado y concentrado de cuadros socialistas, revolucionarios, pertenecientes a un grupo de partidos. Ellos lo planearon. Agitaron mientras ocurría. Fueron responsables ante sus camaradas y ante sus organizaciones. Ellos trataron de generalizar y extender todas las acciones de los obreros. Y en el transcurso de los meses, vieron incrementarse la combatividad y la confianza de la clase obrera de Petrogrado. 
 
Así, establecieron que una serie de días conmemorativos socialistas serían días de huelgas y manifestaciones. En febrero, cuando detectaron que las masas tenían más confianza en sí mismas, que la disciplina del ejército se estaba debilitando y que el gobierno estaba paralizado, ellos presionaron. Se reunieron varias veces durante los días de la revolución, para discutir los acontecimientos, debatir los próximos pasos, y coordinar mayores actividades. Publicaron proclamas llamando a acciones que más tarde se produjeron: incluida la huelga inicial, su generalización y el levantamiento de los soldados. Cada mañana se reunían en las fábricas e impulsaban políticamente las próximas acciones entre los obreros, que votaron a favor de hacerlas. 
 
Estos obreros socialistas hicieron lo que los activistas hacen. No fueron las “estrellas” del movimiento. Eran obreros socialistas de numerosas organizaciones con un plan general y una estrategia que se combinaba con la experiencia y el conocimiento para adaptarse a situaciones que cambiaban rápidamente. No eran los líderes infalibles de la mitología stalinista, ni eran las masas sin rostro de la tradición anarquista, pero eran verdaderos cuadros. Cuando entraron en contacto con las condiciones revolucionarias objetivas (condiciones que ellos ayudaron a formar a lo largo de los años), plantearon (en gran medida) la política marxista a realizar, con resultados excelentes. Colectivamente, eran la “caja de pistones” de la que habla Trotsky.  
 
Este fue el inicio de un proceso que condujo a Octubre. No era posible ir directamente al poder obrero en Febrero. La clase obrera necesitaba la experiencia de los próximos meses: para ver la traición de la burguesía, cuando continuó la guerra y atacó a los trabajadores, y para tener sentido de su propio poder, desde dirigir comités de fábrica y Soviets. Esta es la razón por la que en situaciones revolucionarias emergen poderes duales, una y otra vez. La clase obrera puede estar lista para acabar con los viejos gobernantes, pero no está inmediatamente lista para convertirse en nuevo gobernante.
 
Los bolcheviques eran parte integral de ese proceso – eran el único partido que había sido inflexible en la autoemancipación de la clase obrera del mundo. Incluso los incondicionales revolucionarios como Trotsky se convencieron de las perspectivas de los bolcheviques durante muchos meses. En agosto, el Comité Interdistrital, que había crecido a 3,000, votó a favor de unirse al Partido Bolchevique. Algunos de sus líderes –el más famoso, Trotsky– se unieron al Comité Central bolchevique. El resto es historia, pero la historia se entiende mejor evaluando correctamente Febrero.
 
 
Jason Yanowitz es colaborador de la revista trotskista International Socialist Review. 
Fuente: International Socialist Review, nº 75, enero-febrero de 2011. Jason Yanowitz, “February’s Forgotten Vanguard: The Myth of Russia’s Spontaneous Revolution”. 
Traducido para “Crítica Marxista-Leninista” por Facundo Borges y Thiago R.
 
Descargar "La vanguardia olvidada de Febrero" de Jason Yanowitz
 
 

 

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