jueves, 23 de enero de 2014

Stalin y la Stavka en la Gran Guerra Patria

Inmediatamente después de iniciada la agresión nazi-fascista contra la Unión Soviética, se estableció el Cuartel General (Stavka Glavnogo Komandovaniia) de las Fuerzas Armadas soviéticas, el 23 de junio de 1941. El 30 de junio se creó el Comité de Defensa del Estado (Gosudarstvennyi Komitet Oborony, o GKO) que asumió las funciones del Consejo de Comisarios del Pueblo. El 10 de julio, Stalin es nombrado Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas, y, el 19 de julio, asume además el cargo de Comisario del Pueblo de Defensa, reemplazando a Timoshenko.  El 8 de agosto, la Stavka se convierte en el Alto Mando Supremo, encabezada por Stalin, subordinada al GKO. De este modo quedó garantizada la unidad de mando y la dirección del Partido en la conducción de la Gran Guerra Patria soviética contra el invasor nazi-fascista. A continuación presentamos un capítulo del libro del Paul Adair, "La gran derrota de Hitler" que, sin ser una buena descripción de la Stavka, y pese a su anticomunismo, da unas breves pinceladas sobre el funcionamiento de ese órgano de conducción militar de la guerra y lo estricto que era Stalin en el trabajo. Además, al pie del presente artículo se puede descargar "La batalla de Moscú" del Mariscal Zhukov.
 

 

Stalin y la Stavka
Paul Adair
(1994) 
 
Aunque había muchas similitudes en la manera en que Stalin y Hitler dirigían su guerra, la maquinaria de sus respectivos altos mandos se había desarrollado de manera muy distinta. Mientras que el sistema alemán se basaba en el Estado Mayor tal y como lo había creado Von Gneisenau a principios del siglo XIX, los rusos después de la revolución no tenían un modelo comparable, y la mayor parte de la experiencia que habían ganado desde 1917 y la Guerra Civil se había perdido con las famosas purgas estalinistas de 1937-1938. Como veremos más adelante, la arremetida contra los altos cargos de las fuerzas armadas llevó a muchos oficiales no cualificados y relativamente jóvenes a posiciones de mando para las que no estaban preparados. Esta situación se podría comparar con la del Ejército alemán, pero por un motivo distinto. El rápido aumento de filas en la línea de frente y en las divisiones de reserva que había hecho Hitler había precisado un aumento correspondiente en el número de generales necesarios. Resulta sorprendente que hubiera tantos de calidad superior disponibles, y que tan pocos de ellos fallaran en cumplir sus responsabilidades al alto nivel que se les exigía.  
 
En el Ejército y la Marina Rojos había un control dual, militar y político, para asegurar la fiabilidad del cuerpo de oficiales, con comisarios nombrados en todos los niveles para validar las órdenes militares. El 30 de junio de 1941, Stalin creó el Comité de Defensa del Estado (GKO) que él mismo presidía, con Molotov como delegado y el mariscal K. Y. Voroshilov como miembro del consejo, aunque este último no duraría demasiado. El 8 de agosto, Stalin asumió el cargo de comandante supremo, y la Stavka (Estado Mayor) se convirtió en la Stavka del alto comandante supremo. Sus miembros se convirtieron en asesores personales de Stalin y serían enviados a los distintos frentes para recoger información o supervisar y coordinar operaciones especiales. Como veremos, esto es lo que ocurrió en la ofensiva de verano de junio de 1944. 
 
La Stavka operó desde Moscú durante toda la guerra, inicialmente desde el Kremlin, hasta que los bombarderos alemanes empezaron a atacar la ciudad. Se instaló un centro de operaciones en el refugio bajo tierra de la estación de metro de Kirovskaya. El jefe del Estado Mayor fue el general B. M. Shaposhnikov hasta finales de 1942, cuando fue sustituido por el coronel general A. M. Vasilevsky, que permaneció en el puesto hasta 1945. Su segundo, el general A. I. Antonov, fue nombrado en 1942 y permaneció en el cargo hasta que sucedió a Vasilevsky como jefe, al final de la guerra. El exigente cargo de jefe de la Directiva de Operaciones fue cubierto por el general S. M. Shtemenko en mayo de 1943. Los historiadores militares tienen una inmensa deuda con él por su descripción destacada y completa de la obra de la Stavka, publicada por primera vez en 1981 bajo el título The Soviet General Staff at War. 
 
Al igual que Hitler, Stalin era muy estricto y exigente. Controlaba todos los detalles de la guerra, y una vez ponía en marcha su sistema de mando, casi nada se hacía sin su aprobación. En una reciente biografía aparecen varios ejemplos que dan una idea de cómo era su relación con sus generales: los fracasos se trataban con dureza, y los más afortunados eran despedidos; otros serían sometidos a un juicio sumarísimo, sin derecho a apelación, y ejecutados. La veteranía tampoco era ninguna garantía contra la ira de Stalin, como Vasilevsky, jefe del Estado Mayor, descubriría el 17 de agosto de 1943: 
 
«Son ya las 3.30 del 17 de agosto y todavía no se ha dignado informar al Estado Mayor de los resultados de las operaciones del 16 de agosto y a dar su valoración de la situación.  
 
«Llevo mucho tiempo pidiéndole, como plenipotenciario del Estado Mayor, que mande informes especiales al acabar cada día de operaciones. Casi siempre, usted se ha olvidado de su responsabilidad y no ha mandado los informes... No puede esgrimir la excusa de la falta de tiempo, puesto que el mariscal Zhukov hace lo mismo que usted en el frente y nos manda los informes a diario. La diferencia entre usted y Zhukov es que él es disciplinado y conoce sus deberes con el Estado Mayor; mientras que usted carece de disciplina y olvida a menudo sus obligaciones. 
 
«Se lo advierto por última vez: si se permite una vez más olvidarse de sus deberes con el Estado Mayor, será destituido como jefe del Estado Mayor y se le enviará al frente».37 
 
Al igual que Hitler, Stalin sólo hizo una visita, simbólica, al frente, aunque le dio mucha relevancia ante Churchill y Roosevelt:  
 
«Recién regresado del frente, puedo ahora contestar a su carta del 19 de julio [1943]. No tengo ninguna duda de que son ustedes conscientes de nuestra situación militar y, por lo tanto, comprenderán el retraso. Tengo que hacer visitas personales cada vez más frecuentes a los distintos sectores del frente y subordinarlo todo a los intereses del frente».38 
 
Por lo que sabemos hasta la fecha, sólo hizo una vista. 
 
El propio Stalin establecía la rutina detallada, y pobre de aquel que se saliera de la misma. Shtemenko ofrece un retrato muy exacto de cómo era trabajar con él:  
 
«Los informes al comandante supremo se mandaban normalmente tres veces al día. El primero llegaba entre las 10 y las 11, normalmente por teléfono. Éste era mi trabajo. Por la tarde, entre las 4 y las 5, el jefe delegado del Estado Mayor mandaba su informe. Por la noche, nos dirigíamos los dos a la sede central con el informe resumen del día. Justo antes, la situación de cada frente había de quedar reflejada en mapas a escala 1:200.000 para mostrar la posición de las tropas, incluyendo la de cada división soviética y, a veces, la de cada regimiento. 
 
«El comandante supremo no estaba dispuesto a tolerar la más mínima distorsión ni mentira sobre los hechos, e imponía castigos durísimos a cualquiera que fuera sorprendido haciéndolo. Recuerdo bien cómo en noviembre de 1943, el jefe del Estado Mayor en el primer frente de Ucrania fue retirado de su puesto porque había omitido la captura por parte del enemigo de cierta zona importante habitada, con la esperanza de poder recuperarla».39 
 
Shtemenko describe el procedimiento en las reuniones informativas del GHQ (Cuartel General), que tenían lugar ya fuera en el Kremlin, ya en la dacha de Stalin:  
 
«En la parte izquierda del salón había una mesa larga y rectangular. El techo era abovedado y las paredes estaban revestidas de madera de roble claro. En la mesa extendíamos los mapas, a partir de los cuales informábamos de cada frente por separado, empezando por el sector en el que estaban sucediendo los hechos más importantes en aquel momento. No utilizábamos notas. Nos sabíamos la situación de memoria, y estaba también reflejada en el mapa».  
 
Después de esto, Stalin dictaba las órdenes que se tenían que transmitir a los frentes. Muchas de ellas no se mecanografiaban y se mandaban al Centro de Señales en su formato original. Las órdenes iban firmadas por Stalin, bien por su primer jefe delegado, el mariscal G.K. Zhukov, bien por el jefe del Estado Mayor, Vasilevsky. Si ambos se encontraban fuera de Moscú, iban firmadas por el general Antonov. 
 
Por las noches, a Stalin le gustaba trabajar hasta tarde, como a Churchill, y sus oficiales del Estado Mayor no regresaban a sus cuarteles hasta las 3 o las 4 de la madrugada. Shtemenko resume el efecto de trabajar a ese ritmo:  
 
«Nadie podía cambiar el riguroso sistema de trabajo que Stalin había establecido para el Estado Mayor. El enorme trabajo que había y la urgencia de todos los asuntos hacían que prestar servicio en el Estado Mayor resultara agotador en extremo. Trabajábamos al límite de nuestras fuerzas, sabiendo de antemano que seríamos severamente castigados en caso de cometer cualquier error. No todos eran capaces de soportar esa presión; algunos de mis camaradas sufrieron, hasta mucho tiempo después, debilidad nerviosa y problemas cardíacos. Muchos de ellos se retiraron a la reserva tan pronto acabó la guerra, antes de alcanzar al edad de la jubilación».40 
 
Tal vez el mariscal Zhukov deba tener la última palabra sobre las habilidades de Stalin:  
 
«Desde el punto de vista militar he estudiado a Stalin muy detalladamente, puesto que empecé la guerra a su lado y la acabé con él. Stalin dominaba la técnica de la organización de operaciones del frente y las operaciones de grupos de frentes, y los guiaba con maestría, comprendiendo a la perfección las complicadas cuestiones de estrategia. Empezó a desplegar su capacidad como comandante en jefe en Estalingrado».41 
 
Después de que el intento alemán de tomar Moscú fuera sofocado, el Ejército Rojo inició el proceso de remediar los errores y omisiones que se habían puesto en evidencia durante los desastres de 1941. Desde la Stavka se mandaron una retahíla de órdenes concentradas en operaciones ofensivas a los cuarteles generales del frente y del ejército de tierra. El 10 de enero de 1942, la Stavka afirmaba: «Es necesario que nuestras fuerzas aprendan a penetrar la línea de defensa del enemigo, a romper en profundidad las defensas del enemigo y a abrir rutas de avance para nuestra infantería, nuestros tanques y nuestra caballería».42 
 
A lo largo de 1942 y 1943, el Ejército Rojo dedicó mucho tiempo y esfuerzos a concebir una organización para sus tropas armadas que las hiciera capaces de penetrar las defensas alemanas y operar en su retaguardia en distancias considerables. Durante la década de 1930, el Ejército Rojo había logrado organizar una considerable fuerza de carros blindados, con cuatro cuerpos mecanizados de más de quinientos tanques cada uno, pero sus experiencias en España habían hecho pensar que éstos eran demasiado grandes y los redujeron a brigadas de tanques. Pero la observación de los logros alemanes con grandes formaciones blindadas en 1940 en Francia llevó a los rusos a crear primero 15 y luego 19 cuerpos mecanizados. La mayor parte de estas formaciones, equipadas con modelos primitivos de tanques, fueron destruidas por los alemanes. Fueron reemplazadas por brigadas separadas de tanques, pero éstas no eran lo bastante fuertes para infligir una penetración fuerte, de modo que, en su momento, fueron agrupadas en cuerpos de tanques. Pero ni siquiera éstos eran capaces de crear el impulso suficiente para apoyar operaciones profundas, de modo que los soviéticos formaron ejércitos de tanques, de los cuales al final se crearon seis. Éstos estaban constituidos por dos cuerpos de tanques con infantería y unidades de apoyo de todo tipo. Uno de estos ejércitos de tanques, el 5° de Guardias, participó en la ofensiva del verano de 1944 en Bielorrusia. 
 
De importancia especial para esta ofensiva fue la creación del grupo de caballería mecanizado, una formación más bien extraña pero muy efectiva. Éste consistía en un cuerpo de caballería y un cuerpo de tanques o mecanizado, y dotaba a los soviéticos de la capacidad de operar por territorio no apto para tanques y en cualquier condición climática. El Ejército Rojo concentró también muchas de sus unidades de apoyo de artillería en regimientos especiales de artillería y morteros, y formó regimientos de ingenieros con material para la construcción de puentes y la destrucción de minas. Éstos estaban agrupados en divisiones de apoyo, que permanecían en la reserva de la Stavka para destinarse a los ejércitos en misiones particulares. 
 
Las Fuerzas Aéreas Rojas no existían como servicio separado, sino que formaban parte del ejército, pero estaban representadas en la Stavka. Las fuertes pérdidas que sufrieron los primeros días de la guerra, cuando muchas de sus aeronaves fueron derribadas en el suelo y en el aire por parte de la Luftwaffe, hicieron que no pudiera tener un papel destacado en 1941. Gradualmente se fueron incorporando máquinas más modernas, que a poca altitud superaban en velocidad los más modernos aviones de combate alemanes. A medida que la ofensiva estratégica de bombardeos de los aliados iba adquiriendo impulso, los aviones de combate alemanes iban siendo llamados a defender los cielos de la madre patria y la aviación soviética tuvo así la oportunidad de desempeñar un papel importante en la batalla. 
 
El apoyo aéreo fue una parte integral de las operaciones de la ofensiva soviética, y a cada frente se le asignó un apoyo táctico por su propio ejército de aire, capaz de encargarse de la defensa aérea, asalto por tierra, misiones de reconocimiento y misiones de bombardeo de corto alcance. El comandante del Ejército de Aire era miembro del equipo del comandante del frente, y sus aeronaves estaban dedicadas al apoyo del frente. Además, se colocaron unidades de la Fuerza de Bombarderos de Largo Alcance que apoyaban a los frentes individuales para llevar a cabo misiones por tierra. 
 
En esencia, los soviéticos consideraban el apoyo táctico aéreo como una extensión de la artillería convencional. Durante la fase de ataque, sus objetivos principales fueron las posiciones de la artillería alemana, sus puntos de reunión y sus centros de comunicación. Después del ataque, los aviones se dedicaban a la protección antiaérea de las formaciones blindadas que iban en primera línea, y que tenían oficiales de enlace en los tanques que iban en cabeza. Eran especialmente eficaces atacando las reservas alemanas que intentaban avanzar para contraatacar. 
 
En verano de 1944, la situación era potencialmente difícil para las defensas alemanas, puesto que la mayor parte de los aviones de ataque de la Luftwaffe habían sido movilizados al oeste para hacer frente a los desembarcos en Normandía y a los bombardeos de los aliados. 
 
Notas 
 
37 Volkogonov, p. 453.
38 Ibíd., p. 481.
39 Shtemenko, S.M., The Soviet General Staff at War, 1941-1945, Progress Publishers, Moscú, 1981, pp. 182-184.
40 Ibíd., p. 186.
41 Ziemke, p. 507; Edmonds, p. 276.
42 Ziemke, p. 142.
 
Fuente: Paul Adair, “La gran derrota de Hitler. La caída del Grupo de Ejército Centro, junio de 1944”, Tempus, Barcelona, 1994.